1. Amor por los perritos callejeros II


    Fecha: 06/02/2021, Categorías: Zoofilia Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Quedé sorprendida con el inmenso placer que el Negro, el perrito callejero, logró darle a mi cuerpo. Cuando terminamos de coger, que se despegó de mí, lo dejé salir por la puerta a la calle (por suerte no sería la última vez que lo vería). Desnuda como estaba y con mi vagina escurriendo semen canino, me asomé para asegurarme que nadie viera salir al perro de mi casa, pero igual que antes la calle estaba vacía, por lo que lo dejé salir. El perro se perdió entre las calles y entonces recordé a mis otros tres héroes, pensé en recompensarlos con mi cuerpo, como lo hice con el Negro, pero al buscarlos noté que solo uno seguía cerca, los otros dos se habían ido. El perrito que quedaba era color café, de esos de raza indefinida. Era igual de alto que el Negro, pero más flaco. No me hacía caso, tuve que acercarme más para llamar su atención, salí así desnuda a la calle y casi de inmediato empezó a seguirme, lo bueno es que nadie me vio. Todo eso de salir desnuda a la calle y que pudieran descubrirme tenía mi corazón latiendo a mil por hora, y hacía todo esto aún más excitante. El perro me siguió, pero esta vez decidí quedarnos en la sala, no en mi cuarto. Como dije, aún estaba desnuda, con mi vagina aún llena de mis flujos y el semen del Negro, que momentos antes me hizo suya, por lo que este perrito no tardó en interesarse en mi entrepierna, yo me senté en el sofá, dejando mis piernas abiertas para darle libre acceso. No tardó mucho en empezar a lamer mi húmeda vagina. Mi ...
    ... excitación comenzaba a elevarse de nuevo, el morbo de que un animal me estuviera dando placer con su lengua me hacía dar vueltas la cabeza, acariciaba mis senos mientras el perro me lamía profundamente, y aunque no duró ni un minuto lamiendo me hizo alcanzar un orgasmo delicioso. Con las piernas aun temblando me puse de pie, tomé uno de los cojines del sofá y lo puse en el suelo, me arrodillé sobre el cojín y recargué mi cabeza y brazos en el sofá, la excitación me tenía jadeando, el perro no parecía entenderme, no me montó en seguida, seguía oliendo mi vagina y ano, lanzó unas lamidas en mi ano que me sacaron un pequeño grito de sorpresa, la verdad me gustó mucho, nunca me lo habían hecho, separé mis nalgas para ver si seguía y lo hizo, me estuvo lamiendo por un breve pero rico momento (desde entonces me encanta que me laman el culo). “Móntame cabrón, te estoy esperando” le decía, y después de un par de minutos de ruegos míos por fin intentó montarme, pero no atinaba en mi vagina. -¡Cógeme ya!- le grité, pues mi cuerpo estaba muy caliente, necesitaba esa verga dentro mío. Guié con mi mano su funda hacia mi vagina y por fin entró. “¡Así, así, cógeme como a una perra callejera!” exclamé cuando empezó a penetrarme frenéticamente, arañaba mis muslos con sus patas delanteras en su movimiento copular y me hizo venirme casi enseguida. Tardó cuando mucho 30 segundos cuando intentó anudarme, pero mi vagina estaba bastante dilatada por mi último encuentro, con el Negro, además de que la verga ...
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