De niña a mujer: El nacimiento de incesto familiar.
Fecha: 18/02/2021,
Categorías:
Intercambios
Autor: LadyClarisa, Fuente: SexoSinTabues
Cuando conocí a Nancy y a su pequeña nena, Lili, supe de inmediato que me había hecho de una gran responsabilidad cuidándolas. Ellas vivían en una casa bien acomodada en un barrio privado y de buen ver. Eran, en efecto, un par de chicas con bastantes recursos que sacaron de la miseria a un pobre trovador callejero que se la pasaba día y noche cantando sus canciones en las cantinas y bares de la ciudad. Durante un año, crecí con ellas hasta volverme la figura paterna de la casa. Eso era lo que la pequeña Lilian necesitaba, pues con una tierna edad de diez años y con una madre que se la pasaba la mayor parte del tiempo trabajando, la niña no tenía a nadie con quien crecer y divertirse. Todavía estaba lejos de convertirse en una mujer como su madre. No obstante, cada una de sus facciones dejaba en evidencia la gran persona que podría ser en el futuro, si es que se le educaba de la forma correcta. Era una niña inteligente y coqueta hasta cierto punto. Esa coquetería infantil, dueña de la más pura inocencia que hace a un hombre querer suicidarse por tener pensamientos profanos hacia ella. Las pequeñas batas de seda antes de dormir, tan cortas que no le tapaban las piernas y con un encaje brillante cubriéndole los inexistentes senos abultados. Poco a poco, comencé a verme atraído cuan abeja al polen, y a las horas de dormir, aprovechaba para pasarla con ella y con Nancy. Ambas se amodorraban a mi lado y mirábamos una película antes de irnos a la cama. Esa escena se había estado ...
... repitiendo noche tras noche a lo largo de los últimos seis meses, y esta noche, no era la excepción. Así, pues, los tres estábamos en aquella cama solitaria en medio de un dormitorio bastante amplio y frío por el constante murmullo del ventilador. Nancy no quiso salir a divertirse con sus amigas, pues dijo que quería pasar la velada conmigo y con su hija. Me guiñó un ojo travieso en cuanto lo dijo, y logró que gran parte de mi psique pensara en ideas que no me hicieron sentir precisamente como un buen hombre. Sin embargo, había algo diferente en el aire. Algo que se asemejaba a un murmullo constante de lujuria impresa en la materia que nos rodeaba. De hecho, Nancy vestía sólo un sujetador y shorts deportivos, mientras que Lilian portaba una de esas batas de seda transparente con encajes sobre los pechos, y unas bragas negras que, he de decir, y con cierta vergüenza, le quedaban bastante ajustadas. Las piernas se me antojaban suaves y no muy carnosas. El volumen perfecto para una niña de su edad. Su cabellera negra y muy lacia estaba amarrada como dos largas coletas que caían sobre sus brazos desnudos. Se mordía el dedo del pulgar y veía la película con toda la atención que un menor puede darle a los dibujos animados de moda. —Este canal es un poco aburrido —dijo Nancy, cambiándole a la tele. Lilian protestó. —¡Estaba viéndolo, mami! —Lo sé, princesa, pero a lo mejor Carlos quiere ver otra cosa ¿no es así? Iba a contestar cuando Nancy puso el canal Golden. El reloj que estaba en ...