Sexo pasado por agua
Fecha: 18/02/2021,
Categorías:
Hetero
Autor: Evan, Fuente: CuentoRelatos
... con su lengua jugueteaba con mi polla mientras que usaba los labios para recorrer todo mi sexo. Al paso de unos minutos le advertí que me iba a correr y ella se apartó para que lo hiciera sobre la arena.
Lo que al principio parecía una molestia se convirtió en un alivio, a pesar de que ambos nos habíamos corrido, la lluvia consiguió darnos fuerzas para un segundo asalto, esta vez iba a penetrarla y no iba a parar hasta que no sintiera mi pene. Así que cogí un preservativo que siempre llevo conmigo y me lo puse, para empezar le frote mi polla por su vulva para que en parte lo disfrutara y por otra que me pidiera que se lo introdujera, conseguí mis objetivos, en pocos segundos ya me estaba casi gritando que se lo metiera profundamente y de golpe, así que nuevamente la complací y de una única embestida se la introduje de golpe. Ella volvió a gritar y yo me detuve para que se acostumbrara y poco a poco fue Raquel quien empezó a moverse, yo hice lo propio y comencé a mover mis caderas mientras acariciaba los pelos de su pubis, dirigiéndome poco a poco hasta sus pechos pasando por su estómago. Con una mano la sujetaba por la cintura y con la otra le tocaba los pechos mientras que ...
... con mi boca jugaba de nuevo con su cuello pero esta vez pasando mi lengua por su espalda.
Seguimos así un buen rato, cambiamos de posturas, ella jugueteaba con mi cuerpo e incluso cuando estábamos terminando me dejo introducírsela en su culito y con una mezcla de gemidos, tirones de pelo y manoseos, me corrí en su trasero consiguiendo instantes después que ella también se viniera.
Tras sacarle mi pene de su culo, me quite el condón y lo guarde para tirarlo más adelante. Nos quedamos sentados uno al lado del otro, cogidos por las manos, sintiendo como la lluvia limpiaba nuestro cuerpo y nos ayudaba a relajarnos. Tras varios minutos descansando, nos levantamos y recogimos nuestras cosas para volver al coche y marcharnos, ya que se había hecho bastante tarde.
Recorrimos todo el trayecto de la playa hasta el coche desnudos, sabiendo que ya nadie se encontraba allí y así aprovechábamos para disfrutar del viento en nuestros cuerpos desnudos. Al llegar al coche guardamos las cosas y pusimos las toallas en los asientos para no mojarlos, para ambos había sido una experiencia muy placentera y estábamos convencidos de que volveríamos a repetir otro día, en esa playa o en la que fuera.