1. La bufona del salón (Cap. 1)


    Fecha: 28/10/2017, Categorías: Sexo en Grupo Autor: ALTEZA, Fuente: CuentoRelatos

    ... horas de la tarde estando a mis pies adorándome, le hice todo un cuestionario para saber cómo se hizo perra y si había tenido Amo o Ama anteriormente. Ella dijo que había tenido una relación, y que ella fue una persona normal pero que su pareja fue dominante y la transformó en la perra que ahora era.
    
    Le ordené meterse a la cajuela de mi auto para evitar supiera de la ubicación a donde la llevaría. Di un poco de rodeo para hacer más largo y confuso el camino y ella se desorientara aún más y no se diera cuenta que tan cerca de la casa que estaríamos, en algunas ocasiones regresé por la misma calle, y en otras use calles de doble sentido, de tal manera que ella estuviera totalmente confundida.
    
    Al llegar al centro comercial, abrí la cajuela para que mi nueva perra saliera, ella enseguida se postró a mis pies y se puso a lamerlos mientras yo le ponía su correa. Mucha gente la veía extrañada de cómo se dejaba someter de una manera tan humillante, pero a loa vez se callaban, de todas maneras ese era su gusto y estilo de vida a la que ella ya estaba acostumbrada. Al entrar al centro comercial nos dirigimos hacia el sex shop, yo caminando y demostrando supremacía y mi perra llevando puesta su correa venía caminando a cuatro patas y detrás de mí como era debido y demostrando que era una basura que se dejaba someter sin quejarse.
    
    Por fin llegamos ...
    ... al sex shop y fui directamente hasta el mostrador, el encargado preguntó ¿en qué puedo servirle?, le conteste ¿acaso no es obvio? , el empleado me contestó “usted perdone”. Enseguida le dije vengo por uniformes de esclava para este animal que tengo detrás de mí. El empleado fue sacando unos uniformes de BDSM muy completos, algunos de esos uniformes incluían correa, y otros el bozal, le solicite al empleado me armara tres paquetes que incluyeran la correa y el bozal, el empleado me dijo que los uniformes venían armados como estaban y que no era posible hacer nuevas combinaciones; me quede mirándolo y exclame “me das los uniformes como los necesito, o prefieres que vaya a otro establecimiento”. El patético empleado guardó silencio dedicándose a darme los uniformes tal como le había ordenado y enseguida hizo la cuenta para que pagara los uniformes de perra. Salí del sex shop dirigiéndome a comprar un costal de 20 kilos de alimento para perros junto con sus respectivos platos.
    
    Al regresar al auto de nueva cuenta la perra se metió a la cajuela. Me dirigí a la veterinaria para comprar la comida de perro y los platos, no tardé mucho tiempo, no fuera a ser que mi magnifica perra se me asfixiara y tuviera que buscar una nueva. Al llegar a mi reino la perra descendió de la cajuela y de manera automática se postro a lamer y besar los pies de su Diosa. 
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