1. Chantaje (X): Un paso a lo prohibido


    Fecha: 02/03/2021, Categorías: Fantasías Eróticas Autor: TKBDDOS, Fuente: CuentoRelatos

    ... hombre insemina. No se atrevería, pensé, no podría atreverse a fecundar a su tierna hermanita. Pero todo dependía de si seguía siendo su dulce hermanita o era una puta con la que sólo se podía pensar en sexo.
    
    Sus acometidas fueron creciendo, sus potentes caderas metían su sexo en el mío cada vez con más rapidez y más fuerza, destrozaban mi vagina al acometer con fuerza una y otra vez, sus testículos incluso me hacían daño al rebotar. Y de repente, al coger más velocidad en la cogida, me gritó: ¡Valery, diossss! No puedo mássss, voy a hacerlo. Ahora voy a dejar mi leche en Ti hermanita ¡No me lo podía creer! ¡Toño! dije llorando ¡No, te corras dentro de mi vagina, que soy tu hermana. Estaba horrorizada, se iba a correr dentro de mí, el incesto se consumaba al máximo. ¿Y si me dejaba embarazada? Pero ya el ritmo que imprimía a mis caderas me indicó que no podía dar marcha atrás. ¡NOOO! grité yo, intentando hacer que saliese de mí, en un intento más que inútil. ¡Antonio, no te corras dentroooo! Y así, sin yo poderlo evitar, ni él quererlo impedir, ocurrió. Sus movimientos frenéticos indicaron su orgasmo, se empezó a convulsionar y gritar como un loco mientras me empujaba muy fuerte contra la cama. Y su pito, golpeando la entrada de mi útero, perforando lo más profundo de su hasta hace poco virgen hermana, comenzó a soltar su líquido. Y recuerdo para mi pesar como si fuera ayer, los cinco chorrazos de semen denso que dejó en mi interior. Uno tras otro, se sucedieron con una ...
    ... presión insólita, saliendo de su duro pene y fueron proyectados dentro de mi matriz, empapando mi vagina y llenando mi útero por primera vez. Un líquido lechoso, muy denso y sobre todo muy caliente que se esparcía por toda mi feminidad, que me hacía daño al chocar con fuerza contra mi intimidad virgen y cuyo calor me abrasaba el sexo. Mi hermano se estaba corriendo dentro de mí, y no era precisamente una corrida finita, sino un caudal de semen desorbitado, una humedad exagerada para un hombre normal que me llenó entera como mujer.
    
    De manera que mi hermano bajó el ritmo cuando sintió que por fin la cascada de esperma se estaba agotando, yo no podía dar cabida a más. Lentamente sacó su pene fuera de mí, aún estaba duro, y yo observé para mi espanto como además de estar cubierto de semen también tenía mi sangre en él. Mi hermano se convertía así en el hombre que me había desflorado, qué vergüenza.
    
    Cuando ya no sentí su pito en mi sexo sentí como un alivio, que mis paredes vaginales volvían a estrecharse sin ya tener que soportar aquél tronco que las abrió de una vez para siempre. El semen de mi padre, que aún sentía dentro, se empezó a deslizar por mi matriz porque ya no cabía en mi interior y se dirigió a la entrada de mi desvencijado coñito. Un río caudaloso de esperma salió de mi vagina y llevó con él sangre de mi desvirgación, la mezcla mojó mis labios externos y se deslizó por mis muslos y mojó las sábanas mientras seguía saliendo esperma y sangre de mi vagina.
    
    Esa ...
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