Qué aburrida es la televisión
Fecha: 03/03/2021,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Pepillo, Fuente: CuentoRelatos
... veces, lo metió en su boca jalándolo. Mientras yo seguía metiendo los dedos en su sexo, sintiendo su humedad y la calidez de su interior como tantas veces lo hice antes, frotando su clítoris para que perdiera la razón. Ella volteaba a verme de forma lujuriosa con mi miembro en su boca, se detenía en la punta para hacer pequeños círculos con la lengua, lo sacaba de su boca y lo frotaba contra su cara, le daba lamidas rápidas por los lados para después volver a meterlo. Podía sentir los gemidos que soltaba contra mi miembro cada vez que mis dedos entraban con fuerza.
“Haz de mí lo que quieras”, me dijo besando lentamente mi pene. Me levanté y la tumbé en la alfombra. Abrí sus piernas y admiré su apetitosa y mojada vagina. Metí mi cabeza entre sus piernas y lentamente lamí desde la entrada hasta el clítoris, dándole a éste más lamidas y saboreando su esencia. “Ay, que rico”, gimió Pau. Me incorporé, abrí bien sus piernas, tomé mi miembro y de un movimiento la penetré. Ella gimió y puso los ojos en blanco. Estaba muy caliente por dentro, su vagina apretaba mi miembro y lo bañaba con sus fluidos. Mi miembro entraba y salía sin esfuerzo. Poco a poco aumenté el ritmo de mis embestidas lo que provocó que su respiración se agitara más. “Así, papi”, me dijo entre gemidos. Ella tenía los ojos en blanco y se mordía el labio al mismo tiempo que apretaba con todas sus fuerzas la alfombra. Sus tetas rebotaban con cada embestida y su cara comenzaba a llenarse de sudor. Siempre me había ...
... excitado verla sudar. “¿Te gusta que te abra de piernas?”, le pregunté mientras la penetraba. “Sí, papi, dame más duro”, me dijo entre gemidos mientras se lamía un dedo y frotaba su clítoris. El golpeto de mi cuerpo contra sus nalgas y sus gemidos era lo único que se escuchaba. Tomé sus tetas en mis manos y las apreté fuertemente, lo que provocó que gimiera un poco más. Seguí penetrándola al mismo tiempo que apretaba sus pezones y entonces gimió más fuerte y sentí una ola de calor sobre mi miembro. Había tenido un orgasmo. Sus fluidos escurrían de su vagina bañando mi miembro. Su cuerpo sudoroso estaba temblando por el éxtasis.
“Ponte en cuatro, chiquita”, le dije al tiempo que sacaba mi miembro. Dio un giro en el suelo y se apoyó sobre sus rodillas jalando sus nalgas para que admirara su sexo, tan delicioso, rosado y mojado por las penetraciones. “Métemelo, papi”, me dijo suplicándome con esa voz que sólo hacía cuando estaba caliente y con ganas de que se la metiera. La tomé por la cadera, acerqué mi miembro a su vagina, y sin meterlo, empecé a frotarlo contra ella suavemente. “Qué rico, dame duro”, me dijo entre gemidos. Seguí frotando mi pene contra su vagina lentamente, ella apretaba mis manos fuertemente y sus fluidos salían de su sexo mojando mi miembro. Quería metérsela pero la sensación de su vagina caliente y mojada era muy placentera. “Ya métemelo”, me dijo en un tono suplicante al que respondí penetrándola de una embestida, provocándole un gemido y que subiera mis ...