1. Culitos vemos, corazones no sabemos (Re-pub)


    Fecha: 31/03/2021, Categorías: Fetichismo Voyerismo Tabú Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster

    No era la primera vez que coincidíamos en el micro. Vestía tan provocativamente como usualmente hacía. Con esos pantalones de mezclilla entallados que, combinados con altas botas, hacían lucir lo mejor de su persona: Ese culito bien respingón que siempre presumía.No por nada la llamaban la putona del pueblo. La chamarra de cuero, que generalmente vestía, la habría dejado debido al calor que ese día hacía.Siempre había mirones que no dejaban de criticarla por cómo se veía. Decían que de seguro “cuerneaba” al marido, o que, de plano, le puteaba y que él la dejaba con tal de sacarse una lana, pues desde hacía tiempo a él ya no se le veía salir a trabajar.No voy a decir que no, yo también lo pensaba. Varias veces había sopesado la idea de preguntarle abiertamente a qué se dedicaba. Por su forma de vestir, y cómo se maquillaba, llegué a pensar lo que todos. Mi fantasía era que fuese cierto y que ella misma me ofreciera ese servicio. Metérsela a la mujer de un vecino siempre cala muy hondo. Pero me ganaba la cobardía y no se lo preguntaba. No quería tener conflictos con un marido celoso o una mujer ofendida. Sin embargo, de ser verdad...Y es que ese culito siempre lo traía bien paradito.Seguro que ella sabía muy bien que era su más obvio atributo.Viéndola ese día me preguntaba si no le m*****aría a su marido el que ella vistiera así. Digo, parecía totalmente intencionada a llamar la atención. Yo no sabía mucho de aquél, sólo tenía entendido que era empleado en una zapatería. Me lo ...
    ... topaba, igualmente, en el transporte ya de regreso, pero de eso ya hacía tiempo. Supuse que, con un trabajo así, ella se veía forzada a salir a chambear. Cosa que le perjudicaba principalmente a él, pues se veía que su mujer era de lo más coqueta en sus idas y venidas al trabajo. Como ya dije, se le iban las miradas de los hombres encima nada más pasaba, especialmente sobre esa deseable cola que tenía como bendición (o maldición, en lo que al marido respecta). Con tantas habladas sobre lo buena que se veía su esposa los oídos debían zumbarle.Pues total que, ese día, mientras la miraba y pensaba todo lo dicho, me fue inevitable que se me parara la verga. Sentí cómo aquella cobraba vida y empezaba a hincharse bajo mi calzón. Yo la dejé hacer, pues la sensación fue placentera. Deseaba tanto a esa mujer. Deseaba tanto penetrarla.Como me la quedé viendo de fijo, ella se dio cuenta. Volteó y me miró.Luego, de reojo, miró el bulto que bajo de mi pantalón se había formado. Y que hace lo impensable: Con su lengua hizo un ademán visiblemente sugerente.Aquella quería verga. Casi fue como si me dijera:—¿Quieres culearme?Total que así nos fuimos durante todo lo que restó de viaje, con un ping-pong de miradas, como que no quiere la cosa, y otros gestos insinuantes. Hasta que llegó a su parada. Yo de tonto la dejaba ahí; bajé tras de ella y la seguí.La seguí hasta su casa, en donde me invitó a entrar.En ese momento vi que la fama de coqueta; qué digo de coqueta, de enciende vergas; que la ...
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