El strap-on y la dependienta tan guarrilla
Fecha: 04/04/2021,
Categorías:
Sexo Interracial
Autor: zorro_en_celo, Fuente: CuentoRelatos
Aquella mañana, después de haber hecho mis deberes de casa, enfilé mi paseo en dirección a la sex−shop de mi barrio que estaba algo lejos de mi casa, ya que la calentorra de mi novia quería que comprásemos un strap-on para abrirme el ojete, ya que yo se lo había abierto repetidas veces y ahora ella quería saber cómo era eso y jugar con mi ojete.
Habíamos visto muchos vídeos porno respecto al tema y me estaba dando morbo y quería probar el juguetito sexual en mi ojete. Había visto varios modelos en internet y varios precios sobre el strap-on que deseábamos comprar, pero ya sabíamos el modelo. Fui arribando por el paseo y miraba a las mujeres que me parecían morbosas y atractivas para irme "ambientando". Al llegar a la sex−shop entré sin demora y con la fuerte convicción de comprarlo si o si, había tres clientes que miraban todo tipo de productos y otros dos más que cogían vídeos porno.
Había dos dependientes, uno gordo con cara de torta y de no saber lo que allí había y una chica con cara de viciosa guarrilla, con aspecto poligonero o cara de llamarse Yoli, Jessi o Vane. Antes estuve dando una vuelta y ver lo que allí había y "tocar" el producto en sí. Descubrí varios y por fin elegí el producto deseado, me dirigí a la dependienta y que ella me explicara cómo era el juguetito.
—Hola señorita, he decidido comprar este juguete y me gustaría que Ud. me lo explicara.
Ella me miró morbosamente y me dijo:
—¿lo quiere para jugar con su esposa, ¿verdad? —enunció ...
... ella.
— sí, si —agregué yo.
Me miraba, pensando para ella, que yo era un morboso y un vicioso.
—¿me podría explicar cómo funciona esto? —expuse yo.
—mire señor, esto es para experimentar sexo anal con su pareja y debe usar un gel especial para untarlo en él y no hacerse daño en el ojete−explicó ella.
—bueno, es que yo he visto vídeos porno sobre esto y me gustaría que me explicase algo más sobre el susodicho juguetito —añadí yo.
—su mujer se lo pone con si fuera un cinturón, luego hay otra cinta que recorre desde la cintura hasta la base de la espalda y las tres cintas se unen por detrás para que al recibir golpes en el culo Ud. no se haga daño —detalló ella.
—La verdad es que me gustaría probarlo con alguien —especifiqué yo y añadí— ¿cómo se llama Ud.?
—Jessica —acreditó ella y de paso me enseñó la chapa de trabajadora en la tienda que llevaba.
—bueno querida Jessica, me gustaría probarlo con Ud., ¿no le importaría?−declaré yo.
—¿que se ha creído Ud. que soy?, ¿una fulana? —expresó cabreada ella.
—¡¡no, por Dios!! —aduje yo— ¿y si le largo 100 euros? —inquirí yo.
—la cosa cambia —determinó Jessica.
Y le largué los 100 euros y charlamos.
—¿le parecería bien que viniera a buscarla a las 17:00? —interrogué yo.
—perfecto —concluyó ella.
Pagué el strap-on y me fui de la tienda más contento que unas pascuas. Ya estaba con un calentón, pues sin comerlo ni beberlo, tenía una cita sexual con una guarrilla con nombre de putilla y que trabajaba ...