1. Bájate las bragas, Teresita


    Fecha: 04/04/2021, Categorías: Anal Autor: saverio, Fuente: CuentoRelatos

    -Teresita... mira lo que tengo aquí... -canturrea Mateo a la espalda de la mujer. Teresa no tiene ni que darse la vuelta para saber qué es lo que tiene Mateo para ella, y sonríe y se relame de gusto antes de girarse y contemplar la exuberante desnudez del macho.
    
    -¡Ay, Jesús! -exclama Teresa en voz bajita. La natación que practica hace que Mateo tenga los hombros anchos y un cuerpo espectacular en general, pero el timón que luce entre las piernas es desmesurado. Y más grande parece porque no hay nada de pelo molesto que enturbie la visión del magnífico cipote del chaval. ¡Y esas pelotas! Grandes como nueces. Y colgantes, que cuando Mateo se la folla, el golpeteo de los cocos contra la carne de la mujer es un aliciente más que no ha sentido con ningún hombre. –No sé cómo me puedes meter todo eso... -gorjea Teresa limpiándose las manos con un trapo de cocina.
    
    -¡Bájate las bragas que te voy a reventar! -amenaza Mateo dando un paso en dirección a Teresa. La mujer recupera la sonrisa zalamera al escuchar al brutote de Mateo, porque mira que la ha visto veces, y todavía la asombra el tamaño del don que tiene el chaval entre las piernas.
    
    -¿Qué bragas? -contesta picarona mientras se sube lentamente la falda del vestido cómodo. Es una costumbre recién adquirida, eso de ir de comando por casa, porque Mateo tiene la sana manía de empotrarla en cualquier momento y rincón del hogar. Así que... ¿para qué poner trabas? A Teresa le encanta la fogosidad del muchacho, y como ya le ...
    ... ha fastidiado unos cuántos pares de braguitas, mejor ir sin ellas.
    
    -¡Fuuu, Tere! -bufa Mateo cuando el peluche de la casera asoma por debajo de la falda. Una perfecta montonera de pelos castaños, con algún reflejo plateado, impide ver la rajita de Teresa, aunque eso no supone ninguna molestia para Mateo. Es más, la visión del perfecto coño de su casera lo pone más verraco si cabe. -¡Golfa!.
    
    -¡Guarro! -contesta rápida la mujer, sujetando la falda a la altura de la cintura y moviendo un poquito las caderas. Siente la raja húmeda, y los pezones se le han erizado nada más darse la vuelta y contemplar la polla firme de Mateo. Teresa baja la mirada, fascinada por el movimiento de los huevos del chico mientras acorta la distancia en dos pasos. Teresa está más que dispuesta para recibirle, pero lo que no espera es que Mateo, después de comerle la boca con saña y manosearle los muslos hasta dejarle marcas rojizas en la piel, la voltee, la doble un poco y se agache detrás de ella. -¿Qué... qué haces? -pregunta Teresa entre gemidos. -¡Uf, SÍ! -chilla cuando nota la lengua del chico abriéndose paso entre sus carnes. Las manazas de Mateo le abren las cachas, y ella ayuda separando las piernas, exponiendo la almeja a los lametones de Mateo. -¡Ay, niño, me matas! ¡No pares, joder!-. Teresa se lleva una mano al pecho, intentando liberar un pesado y cálido cántaro de leche. Imposible. ¡Mierda! ¿Por qué se habrá puesto ese vestidito? Porque tiene mucho vuelo, se pregunta y se contesta ...
«1234...»