1. Aventura en el Ave


    Fecha: 02/11/2017, Categorías: No Consentido Autor: morboso1957, Fuente: CuentoRelatos

    ... a hacer en Madrid, los días que iba a estar y mientras disimuladamente o no, de vez en cuando apoyaba mi mano en el brazo que tenía encima del mío y un par de veces, apreté su mano. En la cafetería, en ese momento, solo había una pareja en la otra punta del vagón, que no paraban de hacerse carantoñas, nosotros y la camarera que muy discretamente estaba repasando unos listados.
    
    De momento siento que la rodilla derecha de ella toca y permanece en contacto con la mía y poco después, se acercó más y ya sentí su pierna en contacto con la mía. Podía sentirla bien, porque su vestido veraniego era muy fino y dejaba pasar todo el calor de su piel. De vez en cuando la movía pero no la despegaba, para que me diera cuenta de ello, como si no lo hubiera hecho ya.
    
    Ahora su mano en mi brazo, ya no se estaba quieta, sino que lo acariciaba arriba y abajo y cuando llegaba a mi mano, la cogía y la apretaba suavemente, volviendo de nuevo a las caricias del brazo y antebrazo.
    
    Ahora ya estábamos más juntos, su pierna sobre la mía entraba en contacto con mi entrepierna y sintiendo mi erección, oí un suave suspiro y mirando su pecho vi que subía y bajaba.
    
    —¿Qué estamos haciendo? Preguntó.
    
    — Tu no lo sé, yo excitándome, mirándote y sintiéndote.
    
    —Pero no está bien, ambos estamos casados, dijo Pilar
    
    —Si, esa es una pequeña dificultad, pero no una imposibilidad.
    
    —Eres malo
    
    —Si, malo, perverso y lujurioso.
    
    La miré a los ojos, los apartó y le dije que no lo hiciera. ...
    ... Volvió a mirarme y dejé que se fuera acercando a mí, hasta sentir su aliento. Me besó suavemente en los labios. Con una mano la cogí por la cintura pegándola más a mí y con la otra acariciaba su mejilla. Pasé mi lengua por su labio superior, luego por el inferior y después por la comisura de los mismos, para seguidamente morder suavemente el labio inferior y poniendo la punta entre sus dos labios, la obligué a abrirlos, cogiendo ella mi lengua con los suyos y absorbiéndola después para empezar una batalla de caricias de nuestras calientes y húmedas lenguas.
    
    Mientras nos besábamos nos acariciábamos por encima de la ropa, cogiendo yo sus glúteos fuertemente y apretándolos contra mí pene que estaba ya a reventar.
    
    —Pilar, aquí no podemos hacer más, ¿lo dejamos para cuando lleguemos a Madrid?
    
    —No, no me puedes dejar así, necesito que me folles ya. Vámonos al aseo.
    
    —Ve tu primero y después iré yo, tocaré tres veces despacio y me abres.
    
    Cogiendo su bolso se giró y fue hacia nuestro vagón, justo al lado del de la cafetería, donde estaban los aseos. Según se iba, no pude dejar de mirar sus perfectas piernas y su voluptuoso culo.
    
    La seguí unos instantes después, toqué en la puerta tal y como le dije. Me abrió y nada más entrar, me empujó contra la puerta del aseo y comenzó a besarme desesperadamente mientras desabrochaba mi cinturón, bajándome el pantalón y el calzoncillo al mismo tiempo. Me hizo sentar en la taza del inodoro e hincándose de rodillas le dio un par de ...