Bragas, maravillosas bragas
Fecha: 25/04/2021,
Categorías:
Fetichismo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
BRAGAS, MARAVILLOSAS BRAGAS
Soy un hombre casado, con una aparente vida normal, tanto en mi familia como en mi trabajo y mi entorno social. Desde mi pubertad, y antes incluso de relacionarme con jovencitas de mi edad, sentía una atracción irrefrenable por la ropa interior femenina. Ojeaba con auténtica fruición los anuncios de las revistas en donde aparecían bragas, sujetadores o fajas. Mi primera masturbación la llevé a cabo contemplando una de estas imágenes. Poco a poco me di cuenta de que no me excitaba tanto el cuerpo femenino como las prendas que llevaban.
De ahí que al poco tiempo, y cuando no tendría más de 13 ó 14 años, tuve oportunidad de acariciar las primeras prendas de lencería a mi alcance, de mi madre o de mis hermanas, teniendo en ese momento la imperiosa necesidad de probármelas. A partir de aquí, bragas, sujetadores, fajas, combinaciones, es decir, todo tipo de prendas íntimas, hicieron las delicas de un joven que, prácticamente, aún no había comenzado su andadura sexual.
En esta primera etapa, hubo dos momentos que recuerdo con especial emoción: el descubrimiento de unas bragas usadas, con su singular presencia e inolvidable aromas, y la aparición en el trastero de mi casa de una inmensa bolsa en donde se acumulaba ropa vieja, y en cuyo interior, como si de una chistera de un mago se tratase, surgían innumerables prendas íntimas en desuso que sirvieron para mis juegos sexuales.
Transcurrido aproximadamente un año, y con los primeros contactos ...
... con el otro sexo, fui dejando esta actividad, creyéndola superada definitivamente. Mucho tiempo después, ya adulto, y tras la ruptura de un largo noviazgo y diversos escarceos amorosos, cayó en mis manos un catálogo de venta de ropa por correo. En su interior, una amplia reseña de productos de lencería con gran proliferación de fotografías, despertó en mí algo que tenía latente y que creía erróneamente olvidado. Como no hay mejor forma de superar una tentación que cayendo en ella, con gran excitación rellené el impreso de pedido, produciéndose así mi primera compra de ropa interior femenina.
Al poco tiempo, al recibir el aviso de recogida de la oficina de correos, una gran excitación me recorrió todo el cuerpo. Tembloroso cogí el paquete, y en mi vehículo, aparcado a las puertas de la estafeta, lo abrí inmediatamente. Recuerdo que se trataba de una pareja de conjuntos de top y braguita, un body de encaje negro y una faja-braga de color rosa. Este fue el principio de una serie de compras que fue llenando mi armario con gran rapidez: bragas, bikinis y tangas de todos los colores, diseños y tejidos; fajas-pantalón, con corchetes, fajas-braga; sujetadores sencillos de uso diario, sofisticados de encaje, largos, cortos; bodys sujerentes y femeninos; combinaciones, pijamas y camisones; medias y pantis, e incluso alguna falda, blusa y vestido, que con un par de zapatos de tacón medio, completaban mi proceso de transformismo.
Pero la compra por correo era fría y exenta de las ...