Nuestra noche
Fecha: 28/04/2021,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Supremeking8, Fuente: CuentoRelatos
Lo más probable es que ese día estuviera planeado por el destino; puesto que ni yo ni ella íbamos con la intención de que pasara lo que pasó. Pero ocurrió, y de una manera que sólo podría imaginar en los más húmedos de mis sueños, en los que obviamente aparecía ella. Esa chica a la que veía por los pasillos del instituto, con la mirada más inocente y pura que he visto hasta el momento. Su figura... qué decir de un cuerpo tan perfecto, que parecía sacado del Olimpo, ya que esas curvas sólo podían ser dignas de una Diosa griega. Y su sonrisa... a día de hoy se me antoja lo más bonito que existe, y cuando era yo quien la provocaba me sentía en la gloria más absoluta. Como dije al principio, y puesto que ella era y es la niña más buena que conozco, imaginar que ocurriría lo que a continuación contaré tan sólo eran fantasías para mi alocada y (en ocasiones morbosa) imaginación. Empezó siendo un jueves de lo más normal, estaba en casa de un amigo. Ya era de noche, y éste me ofreció salir. Al principio me negaba, porque no estaba muy animado, pero faltó que me dijera que iba ella, para que mi negativa se transformara en un sí de lo más rotundo.
Nos vimos en la parada de autobús, y nada más verla me regaló una de esas sonrisas que me dejaba embobado y babeando mentalmente. Decir que iba preciosa sería mentir como un bellaco, ya que esa palabra se queda demasiada corta para describir tal indescriptible belleza celestial. Éramos cinco personas, dos amigos, la Diosa griega, una ...
... amiga suya y el que escribe. En el trayecto a nuestro destino, no hubo nada digno de mención. Simplemente decir que me pasé todo el viaje mirándola de vez en cuando, para corroborar que seguía ahí, a unos metros de mí. Y efectivamente, ahí seguía regalando su impecable sonrisa cada vez que la miraba. Finalmente llegamos, y en cinco minutos, entramos a la primera discoteca. Yo nunca he sido de beber, motivo por el cual era obvio que con poco que bebiera ya iba a ir algo mareado. Y así fue, los chupitos volaban, y todos bebíamos. E incluso mareado como estaba, siempre andaba pendiente de cada movimiento que hacía la Diosa. Y cada vez tenía más ganas de acercarme a ella. Y sí, hablábamos bastante, y le doy gracias al alcohol por sacar de mi cuerpo toda muestra de vergüenza, porque cada vez me acercaba más a ella, la acariciaba la cara, la agarraba la cintura delicadamente y me sorprendía a mí mismo, el hecho de estar tocando y sintiendo la anatomía de una Diosa como ella, y que no se quejara, quizá fue eso lo que más me gustó y más me animó para seguir con mis muestras de afecto. La cogí de la mano, y al contrario de lo que yo pensaba, no las soltó. Seguimos así un rato, después salimos a otra discoteca. Tenía tantas ganas de abrazarla, y antes de salir lo hice. Fue un abrazo que desprendía sinceridad y afecto. Y lo que pasó a continuación sí que no sabría describirlo tan fácilmente de lo rápido que fue todo. Pasó que, al salir de la discoteca, los tres amigos iban delante de ...