1. Negación - Capítulo 13


    Fecha: 11/05/2021, Categorías: Gays Autor: Gonza-Neg, Fuente: CuentoRelatos

    ... que hicieran combustión espontánea y desaparecieran de las faz de la Tierra, dándome paz.
    
    - Creo haber dicho claramente que mi horario de atención es el día miércoles.
    
    Miré su espalda ancha en los omóplatos y estrecha en la cintura, un triángulo invertido. La tensión de su cuello y la nuca, el pelo cortado al ras, regular. Distractivo. Destructivo. Me golpeé mentalmente por mi estupidez.
    
    - Antes estabas disponible en todo momento… - soltó, su voz ronca hizo temblar mis barreras. Mis nervios echaban chispas. Sentí un extraño temblor en el ojo, me estaba sobrepasando. ¿Cómo se atrevía?
    
    Abrí la puerta.
    
    - ¡Sal de aquí ahora mismo! – le dije, furioso.
    
    - ¡Disculpa! – se volteó. Antonio me miraba con ojos suplicantes -. De verdad necesito que hablemos… es solo que me sacas de quicio con facilidad.
    
    Se miró el puño del brazo derecho, luego mi pie, mi labio (su arremetida más reciente) y finalmente el suelo. Se volvió una estatua y no se movió más. Cerré la puerta de un portazo.
    
    - ¡Eres débil! – me quejé mentalmente -. Demasiado débil.
    
    Caminé refunfuñando hasta mi silla en el escritorio, lo hice lentamente, sin despegar la vista de su cuerpo, alerta a cualquier señal de ataque. Bien, estaba siendo paranoico.
    
    - Bien… habla – pedí lacónico.
    
    - ¿Me puedes explicar qué está pasando? ¿Qué estás haciendo? – sus ojos encontraron los míos y el marrón de sus iris me habló de temor, un miedo que lo desestabilizaba. Y la razón de ese nuevo sentimiento se hallaba ...
    ... reflejada en los mismos. Yo.
    
    Un sentimiento mutuo pero por razones diferentes, me aventuré a pensar. Mis miedos dejaron de ser psicológicos y se volvieron físicos. Les temía hasta el punto en que solo con tenerlo cerca sentía la sensación de estar siendo machacado por sus puños, era paralizante y agobiante. Un miedo que te quitaba el aliento y al mismo tiempo, involuntariamente te llamaba a la acción, “defiéndete” te decía, “defiéndete o estarás perdido”. Su miedo era completamente diferente, pude verlo. Le temía a las consecuencias que podría traer para su vida el que yo, un ser tan pequeño e insignificante ante sus ojos, de pronto adquiriera fuerzas y lo destruyera. Admití que yo no era tan canalla como para hacerle algo así. Yo era un mártir, de esos estúpidos, que dan la otra mejilla. Iba a jugar con la comida, sí que lo haría, pero no la comería. Mi madre me inculcó a ser mejor persona de lo que ellos jamás llegarían a ser. Por ella, buscaría una forma de llevar la fiesta en paz.
    
    - Estoy trabajando. Lo intento al menos – le aclaré.
    
    - ¿Por qué tú? ¿Por qué aquí? ¿Por qué en el Hércules? – dijo, acusándome.
    
    - ¡Ey! Detente ahí. Yo llegué primero – Antonio dudó, continúe -. Comencé a trabajar en el Hércules hace dos años y en esta Universidad desde el semestre pasado. Así que, si alguien es un invasor, ese eres tú y ese esperpento de amigo que tienes.
    
    - Cecilia…
    
    - La conocí hace tiempo…
    
    - ¿Sabes que está…
    
    - Sí, y ahora mismo es lo que más lamento… – se ...