1. Una más puta que la otra


    Fecha: 13/05/2021, Categorías: Voyerismo Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... colorada me incitó suave al oído: ¡andá, aprovechá que tu primo se la está fifando, abrile la colita y pajeáte en su orto, mirá cómo mueve el culo la perrita! Lo hice por unos segundos cuando él le daba cada vez más cebado y, apenas la lengua de vero tocó mis huevos empecé a largar leche de a chorros, los que la mina intentó anidar en su boca; de hecho, hasta fregó su cara en las nalgas enlechadas de cami. Luego mi primo acomodó a la piba boca abajo en la reposera y se le echó encima para darle más murra a esa conchita bolichera, sugetándola de las tetas y encendiéndole los ojitos a puros chupones en el cuello. Ella gemía con disfónica expresión, sudaba y repetía: ¡cogéme toda, dáme pija guacho!; hasta que un orgasmo descomunal obligó a Nahuel a derramar su leche lo más adentro que supo de sus entrañas. Vero y yo sólo veíamos la escena tomados de la mano.
    
    Apenas ellos se incorporaron al sol que ya era protagonista, vero dijo: ¡estuvo lindo no, pero miren, si les parece se quedan a desayunar, y bueno, si tienen ganas a comer… voy a hacer unos fideos con tuco… eso sí, la lechita para el ...
    ... desayuno la ponen ustedes!
    
    Nos sonrió, le puso una bombacha azul a cami y continuó: ¡además estaría bueno que descansen un poco… podemos dormir todos en mi cuarto! Volvió a reír, nos pidió que solo nos pongamos la remera y el bóxer, abrió una sombrilla y entramos a la casa donde ayudamos a poner tazas y platitos en la mesa. ¡nahu y yo no podíamos dejar de mirar la aureola de semen en la bombacha de vero ni los chupones de todos en el cuerpito de cami! Era genial aquel menú, compartirlo todo semidesnudos. Las dos olían a sexo recién nacido y eso nos perturbaba.
    
    Por desgracia, luego del café y los pastelitos tuvimos que irnos porque, habíamos quedado con los tíos en hacer el asado del domingo para la familia. Para colmo, al salir, mientras nos vestíamos con toda la pachorra, vimos a las trolitas recostadas bajo la sombrilla, en calzones y con un pote de bronceador, y al menos a mí se me re paró.
    
    Nunca más nos volvimos a cruzar a la morocha ni a su mami, pero atesoramos cada recuerdo de ellas en nuestras ansias sexuales, y hasta nos pajeamos juntos rememorando aquella mañana de domingo. Fin 
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