-
Milagro sexual
Fecha: 06/11/2017, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Sin darme cuenta me he enamorado: Estoy fascinada por mi hermano mayor. Dormida profundamente, soñaba que le veía desnudo. Todo en el era enorme. Me fijaba en sus enormes brazos musculosos, su pecho descubierto, sus pectorales, sus tetillas de gruesos pezones, su magnífica espalda cuadrada, su culo de ensueño con hermosos recovecos, sus formidables muslos imperiales, su gloria bendita delantera colgando soberbia casi hasta medio muslo y sobre sus gruesos y rugosos cojones repletos de semen para preñar a miles de vírgenes ansiosas. Me desperté sudando a chorros, ardiendo de deseo, con el clítoris del tamaño de una uva moscatel, los pezones como alfileres, me puse una corta bata azul purísima y a buscar a mi amor. Entré como una sombra en su habitación me acerqué sigilosa a su lecho, descorrí las cortinas de mi fuerte curiosidad, y allí estaba El, la corona de la muerte velaba sus ojos, a pesar de ello aferré entre mis dedos su gruesa tabla de salvación y recé con fervor con mi boca en su prepucio, ...
... mi lengua salivaba la cabeza de su nervudo miembro, y para mi asombro este comenzó a crecer alargando y engrosando hasta devenir fabuloso. Lancé un gruñido de satisfacción lo coloqué en la entrada de mi ansiosa vagina y me inserté en el, me puse a cabalgar rugiendo de satisfacción ante la dureza extrema que me taladraba hasta la matriz, rogaba ordenando mas y mas, deseaba aún mas placer, aunque muriese en pleno acto. Sentí una oleada de semen en mis entrañas, alternando con enérgicas pulsiones de su rígido y tremendo pitraco, una oleada de placer infinito recorrió desde la profundidad de mi cuerpo hasta mi último cabello, mi clítoris vibraba al son de la mas estremecedora música celestial que jamás había escuchado, sabiendo que estaba en el paraíso di gracias y mi convulsa animalidad tejió una inmensa tela de vívidos colores. Me desmayé sobre El y la palidez mortal se extendió sobre todo mi ser, mi yo se desvaneció. Al día siguiente nos recogieron en un serón para proporcionarnos cristiana sepultura.
«1»