Educando a una malcriada, hija de un amigo
Fecha: 26/06/2021,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: Golfoenmadrid, Fuente: CuentoRelatos
Capítulo 1
Toda mi vida he tenido fama de hombre serio y responsable. Celoso de mi vida privada, nunca se me ha conocido un desliz y menos algo escandaloso. Soltero empedernido, nunca he necesitado de la presencia de una mujer fija en mi casa para ser feliz. Aunque eso no quiere decir que no haya novias y parejas, soy y siempre seré heterosexual activo pero no un petimetre que babea ante las primeras faldas que se le cruzan.
Escojo con cuidado con quien me acuesto y por eso puedo vanagloriarme de haber disfrutado de los mejores culos de las distintas ciudades donde he vivido. A través de los años, han pasado por mi cama mujeres de distintas razas y condición. Blancas y negras, morenas y rubias, ricas y pobres pero todas de mi edad. Nunca me habían gustado las crías, es más, siempre me había repelido ver en una reunión al clásico ricachón con la jovencita de turno. Para mí, una mujer debe ser ante todo mujer y por eso nunca cuando veía a una monada recién salida de la adolescencia, podía opinar que la niña era preciosa pero no me sentía atraído.
Desgraciadamente eso cambió por culpa de Manolo, ¡Mi mejor amigo!.
Con cuarenta y cinco años, llevaba tres años viviendo en Houston cuando me llamó para decirme que su hija Isabel iba a pasar un año estudiando en esa ciudad. Reconozco que en un principio pensé que el motivo de esa llamada era que me iba a pedir que viviera conmigo pero me sacó de mi error al explicar que la universidad le pedía un contacto en los Estados ...
... Unidos y preguntarme si podía dar mi teléfono.
Cómo en teoría eso no me comprometía en absoluto, acepté desconociendo las consecuencias que esa decisión iba a tener en mi futuro y comportándome como un buen amigo, también me comprometí en irla a recoger al aeropuerto para acompañarla hasta la residencia donde se iba a quedar.
Ese día estaba en la zona de llegadas esperándola cuando la vi salir por lo puerta. Enseguida la reconocí porque era una versión en guapa y joven de su madre. Flaca, pelirroja y llena de pecas era una chavala muy atractiva pero en cuanto la examiné más de cerca, su poco pecho me recordó sus dieciochos años recién cumplidos y perdió cualquier tipo de interés sexual.
Isabel al verme, se acercó a mí y dándome un beso en la mejilla, agradeció que la llevara. No queriendo eternizar nuestra estancia en ese lugar, cogí su equipaje y lo metí en mi coche. La chavala al comprobar el enorme tamaño del vehículo, se quedó admirada y con naturalidad dijo riéndose:
―Este todoterreno es un típico ejemplo de los gustos masculinos― y olvidándose que era el amigo de su viejo, me soltó: ―Os gusta todo grande. Las tetas grandes, los culos enormes y las tías gordas.
Indignado por esa generalización, no pude contener mi lengua y contesté:
―Pues tú no debes comerte una rosca. Pecho enano, trasero diminuto y flaca como un suspiro.
Mi respuesta le sorprendió quizás porque no estaba acostumbrada a que nadie y menos un viejo le llevara la contraria. Durante unos ...