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Volví a casa sin bombacha
Fecha: 07/07/2021, Categorías: Confesiones Autor: PatriciaR., Fuente: CuentoRelatos
... nuevamente me metió la lengua dentro de la boca, me agarró las nalgas y me dijo: —te voy a abrir en 4 putita... vas a sentir un verdadero choto bombeándote la argolla... Solo atiné a apretarme a él para sentir su duro pedazo de verga preparado para recorrer mis profundidades. No se hizo esperar, sin sacar la lengua de mi boca, se agarró la pija con la mano y me la colocó en la puerta de la concha y empujó hasta alojarme la cabeza. Así de parados, me empezó a garchar con fuertes empellones mientras me metía su dedo en el culo. Me cogía mientras no dejaba de decirme todo tipo de procacidades. Yo gemía y me salían grititos destemplados en cada bombeada que me propinaba con su implacable poronga. —Toma puta —me decía. —Te voy a mandar a tu casita abierta como una cacerola para que sepas que les pasa a las gordas que le miran la garcha a los machos. Trataba de no escucharlo para no avergonzarme de cómo me trataba, pero era imposible, su pija amplificaba a golpe de glande cada palabra de él. Me daba duro y yo lo estaba sabiendo. Sin sacármela de la concha, me tiró boca arriba sobre el colchón y me siguió diciendo cosas, su lengua por momentos me lamia la cara y se metía en mi boca escupiéndome su saliva. De pronto me dio dos fuertes cabalgadas metiéndomela hasta el fondo de mi cajeta y me la sacó. Me dijo: —ahora putona abrí el orto, abrilo te dije —y me dio algunas nalgadas en los cachetes de la cola. Pese a que peso casi 90 kilos, me dio ...
... vuelta como a una pluma y me puso culo para arriba. Yo no decía nada. Sabia, eso sí, que no iba a poder evitar que ese hombre me rompiera el culo. Tenía miedo... porque me dolería, porque me iba a marcar como a una vaca de su propiedad, por mi marido que podía darse cuenta. Tenía miedo, sí, pero también la necesidad de que este vergón verdulero me diera mi merecido por mojar mis bombachas pensando en su pijota grande y cabezona. El pasó su garcha por la hendidura de mis nalgas, luego me abría los cantos y me escupió el agujero negro, se agarró la pija y apoyó la cabezota en el ojete, empezó a presionar y creí que me separaba en dos. Su verga dura, implacable, caliente comenzó a trepanarme. Yo solo emitía lamentos y le rogaba en voz muy baja que me la sacara, pero me dejaba encular, trataba de abrir hasta donde podía mi culo. Ya me lo habían roto a los 18 años, unos chicos de la cancha de fútbol de la esquina de mi casa, entre unos pastizales. Pero ahora era distinto nunca nadie me había clavado tan duro por allí. Cuando empezó a bombearme yo ya lloraba del ardor, en una de las metidas, sentí como una puntada y el dolor comenzó a ceder, el sentir su pija, los mordiscones en mi oreja y su mano nalgueándome, hizo que comenzara a sentir placer y la protección que significa un hombre que te puede llenar de pija con tanto poder. Me cogió una hora más y luego me dejó ir, me fui sin la bombacha puesta, dolorida, sucia de leche y encariñada con ese verdulero.