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Daniela
Fecha: 15/07/2021, Categorías: Confesiones Autor: pedrocascabel, Fuente: RelatosEróticos
... caliente, una maravilla a la hora de follar. Siempre que ella puede seguimos viéndonos Dani y yo —hasta que me case pienso seguir metiendo contigo, corazón, después, ya veremos, porque ese pollón que tienes hay que disfrutarlo, pero seamos muy discretos, por favor— en el piso que tiene alquilado —lo paga el novio, quien viaja a menudo por asuntos de su negocio— un poco apartado del barrio. Desnuda, Dani me la pone dura sólo con verla. Tetas grandes, altas, alargadas, anchas y levemente puntiagudas como una bala de cañón, quizás un poco sobaqueras, mirando cada una a un lado, con pezones cortos y gruesos de color marrón que nunca me canso de lamer y chupar —con su mano izquierda coge su pezón derecho y me ofrece de mamar como si fuera un bebé, eso me pone la polla a mil— mientras ella no deja de tocarme tanto el rabo como los huevos, suavemente, hasta que decide que la que va a mamar es ella. Con esta mujer no existe el tiempo a la hora del sexo, puede pasar minutos y minutos y minutos comiéndome la polla —mira que me gusta mamársela a los tíos, pero tanto como a ti, ninguno, nunca— lamiéndola toda entera, arriba y abajo, llegando a los testículos, dándoles su ración de saliva, de besos, de chupetones con los labios, deteniéndose en el glande, descapullándome y mamándolo con lengua, labios, dientes, la boca entera, repitiendo una y otra vez, y si llego a correrme, sigue tras tragarse mi semen —tu leche de hombre me gusta, está muy rica— para ponerme de nuevo a ...
... punto, con total suavidad, lentamente, sin cansarse, sin meterme prisa, simplemente buscando su excitación y su placer, sin olvidar el mío en ningún momento. Según ella, lo de mi pene tiene mérito, no sólo por la longitud y el grosor, sino por el mucho aguante y la facilidad para recuperarme que tengo, por lo que le puedo echar unos cuantos polvos seguidos a una mujer o sin descansar demasiado, cosa que casi todas suelen agradecer mucho. Apenas tiene un poco de tripa, e inmediatamente, su vientre y el pubis, con una tremenda mata de encrespado vello —tan oscuro como la larga melena de su cabeza— que últimamente se ha rasurado por completo —le estoy enseñando a mi novio a comerme el coño, a él le gusta así, y aunque me pican bastante los pelos al salir, tengo que darle algún que otro capricho, ¿no te parece?— por lo que luce en todo su esplendor los gruesos y anchos labios sexuales, del mismo color oscuro de sus pezones, brillantes por los abundantes líquidos que genera. Sus muslos fuertes, quizás algo gruesos, las piernas musculadas, torneadas, complementan a una mujer que está muy buena y que tiene un punto fuerte en su culo fabuloso, grande, redondeado, inmerso en unas caderas altas y anchas, parideras. Me gusta, joder si me gusta. Hasta que conocí a Dani —se podría decir que me desvirgó y según follábamos me fue descubriendo el mundo del sexo de manera intensiva— sólo había considerado el culo de la mujer como un agujero más en donde sabía —las conversaciones con los ...