Mi sexy compañero de trabajo... ¡20 años mayor!
Fecha: 02/08/2021,
Categorías:
Transexuales
Autor: LizAr, Fuente: CuentoRelatos
... éxtasis provocado por su boca.
-Sabes deliciosa.
Se paró y me acerqué con miedo, sentándome en la orilla de la cama. Bajé sus boxers y vi su tremenda erección. Era la polla más grande que había visto. Comencé a lamerla y posteriormente la metí en mi boca, no me cabía completa. El placer lo llevó a halarme del pelo para que incrementara la velocidad, él también me embistió la boca con rapidez hasta que se vino. La tragué toda, nunca había hecho eso antes, pero simplemente me apeteció hacerlo. Armando me hacía sentir totalmente zorra, y me gustaba.
Se sentó en medio de la cama y me puso encima suyo, de nuevo, noté que su erección lejos de apagarse se intensificaba. Sentí escalofríos al captar el roce de su pene contra mi clítoris. Me quitó el sostén y se quedó contemplando mis senos. No pude evitar sentirme avergonzada bajo su mirada intrigante. Los tomó con sus manos y ahogué un gemido. Me besó el cuello y tomó un pezón con sus dedos. Metió el otro en su boca.
-Mmm...
Me susurraba todo tipo de halagos al oído.
-Dime, Elizabeth... - por mi primera vez dijo mi nombre y no Liz, su diminutivo. - ¿Qué es lo que deseas?
-Te deseo a ti. -Respondí, excitada. - Te necesito dentro de mí. Fóllame sin piedad y déjame el culo lleno de tu semen, por favor.
Me sorprendí de mi misma, jamás había sido tan sucia. A él pareció encenderlo. Este hombre de verdad despertaba partes de mí que no sabía que existían. Me levantó un poco y colocó su pene en mi entrada. Evite ...
... gemir al contacto, él lo metió lentamente y mi vagina se acostumbró rápidamente. Comenzó a embestirme lentamente aún con mis pechos en sus manos. Notó que estaba un poco cohibida.
-No te reprimas, quiero escucharte gemir mi nombre.
-¡Sí, Armando, ohh!- obedecí al instante. Él me follaba rápidamente, y yo no podía evitarlo, los gemidos salían solos de mi boca y lo aruñaba con mis uñas, dejándole marcas que no hacían más que excitarlo más. Me tomó del pelo y me besó con pasión, y no me dolía, al contrario, me prendía que me tratara así.
-Dime que eres mi puta.
-¡Mmm... Soy... Soy tu puta! - grité, entré jadeos. Sentía como sus testículos chocaban con mis labios y su glande alcanzaba mi cérvix. Puso mayor aceleración.
-¡Me... Me vengo!- avisó, y me llenó con sus fluidos. Besó mi cuello, dejando pequeños mordiscos. - Jamás podré volverte a ver como una niña. Eres mi pequeña, eres mía y de nadie más.
Me volteó y me puso de perrito. Me penetró de una sola vez, y esta vez, grité, sin miramientos, dolió un poco, pero no dejaba de ser delicioso. Me dio un manotazo en el culo mientras me embestía de nuevo.
-¡Más rápido! - rogué. Las lagrimillas de placer invadían mis ojos. Me tomó del pelo otra vez, juro por Dios que me hacía sentir la puta más feliz del universo en esos instantes.
-¿De quién es esta puta?
-¡Tuya! ¡Soy tu putita! ¡Lléname de nuevo con tu leche!
¿De dónde habían salido tantas obscenidades? Ni yo misma tenía idea. Lo cierto es que me sentía ...