Las aventurax de Pilar - Aventura 2.1
Fecha: 14/11/2017,
Categorías:
Voyerismo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... caliente con tanta cremita, voy a darme un baño.
Me levanté y ella me dijo que la esperara, que venía conmigo. Fuimos cogidos de la mano hacia la orilla.
—¡Oh, está helada! —se quejó.
—Vamos, no seas cobarde —la incité soltándome de su mano y corriendo hacia dentro.
Corrí unos metros y me zambullí en el agua, que estaba un poco fría a decir verdad. Saqué la cabeza y la vi todavía en la orilla, dudosa, por lo que mentí y le hice una señal indicándole que viniera, que en esa zona el agua estaba perfecta. Insistí, al momento empezó a correr y el tiempo pareció ralentizarse permitiéndome disfrutar a cámara lenta de la visión de mi preciosa novia corriendo hacia dentro, con sus tetitas botando dentro de la parte de arriba de su bikini. El tiempo recuperó su velocidad normal mientras se zambullía y al instante salía frente a mí la más bonita de las sirenas, con su cabello mojado pegado a la cara, el agua del mar recorriendo su piel y dos puntos marcadísimos en la tela de su bikini. Mi miembro creció al instante y fui corriendo a abrazarla. Ella se enganchó a mí como un koala, los brazos agarrados a mi cuello, sus piernas envolviendo mi cintura, su cuerpo tembloroso pegado a mí, clavando sus pezones, duros como piedras, en mi torso.
—¡Madre mía! —exclamé en su oído—, tienes los pezones muy duros.
—Está helada, mentiroso —dijo, poniendo cara de enfadada.
Le sonreí y la besé apretándola contra mí.
—Tú también tienes algo duro por ahí abajo, ¿no? —dijo ...
... sonriendo.
Volvió a besarme, deslizando su mano entre los dos, bajando hacia mi polla. La agarró, la apretó con fuerza.
—No te animes, que hay mucha gente —dijo soltándome y volviendo a zambullirse en el agua alejándose de mí.
La vi salir del agua y dirigirse a la toalla, todavía empalmado. Me quedé un rato en el agua, nadando, mientras bajaba mi erección. Cuando estuve listo, salí del agua y fui a reencontrarme con Pilar. Estaba tumbada boca arriba tomando el sol. Su piel estaba ya casi seca, a excepción de algunas gotas que se resistían a abandonar el placer de posarse en ella. Sus pezones todavía se marcaban levemente, por lo que recordé, sintiendo movimiento en mi entrepierna, que cuando había salido del agua, los que se habían cruzado con ella se los habían visto bien marcados.
—¿Ya se te ha pasado? —me preguntó cuando me senté en la toalla.
—Se me había pasado —respondí—, pero esas gotitas que quedan en tu cuerpo... quiero lamértelas —le susurré al oído. ¿Por que no nos vamos? —le pregunté mientras ella levantaba un poco su cabeza para ver las gotas sobre su piel.
—Es muy pronto todavía, pero te dejo que te bebas esta gotita —dijo provocándome, señalando una de las gotas que había en su vientre, cerca del ombligo.
Yo bajé despacio, disimulando. Miré alrededor y nadie parecía prestarnos demasiada atención. Sólo un hombre, de entre treinta y cinco y cuarenta años, sentado unas toallas más allá junto a su mujer, miraba de vez en cuando a Pilar, pero nada ...