1. Familia violada


    Fecha: 14/11/2017, Categorías: Voyerismo Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... había que hacerse lugar abriendo las piernas o agachándose, esa era la realidad, y las que la asimilaran más rápido, serían las que más rápido progresarían. Si no fuese por su sexo, no hubiese conseguido un trabajo de medio tiempo bien remunerado, ni tampoco hubiese conseguido vacante para Brenda en una secundaria prestigiosa. Ahora era el sexo lo que las sacaría de ese problema, la nena lo entendía y hacía lo necesario.
    
    De repente Marisa sintió los golpes que el tipo le propinaba en la cara con su miembro, para luego acabar en su cara.
    
    — Tomate toda la leche mamita. — le ordenó el líder de los encapuchados.
    
    Marisa abrió la boca, pero la mayoría del semen había ido a parar alrededor de sus labios, por lo que una vez que tragó las gotas que cayeron en su lengua, lamió sus labios haciendo un movimiento circular con su lengua, juntando el resto de la leche y tragándosela también.
    
    De repente sintió que sus manos estaban siendo liberadas. Era el cuarto tipo, aquel que se había mantenido al margen, quien estaba desanudando la cuerda con que la habían atado.
    
    Agarrándola del brazo le indicó a Marisa que se pare. Luego se le acercó desde atrás y le susurró al oído.
    
    — Ponete en cuatro, perrita. — la voz era extraña, como si la estuviese distorsionando. Luego le dio un fuerte cachetazo en el culo.
    
    Ella se sintió extrañamente excitada. Se arrodilló en el piso y se puso en la posición que le indicaron. Levantó el culo, como llamando a su violador para que hiciera lo ...
    ... que quisiese. Sabía que su trasero volvía loco a los tipos, incluso en las situaciones más inverosímiles no podían evitar mirárselo. Por ejemplo, en un bautismo, un tipo la comió con la mirada, en frente de su esposa, lo que por supuesto indignó a la mujer. Pero a Marisa esas cosas la divertían, y claro, luego se llevó a la cama al hombre en cuestión.
    
    El cuarto encapuchado le quitó la bombacha de un tirón, haciéndola trizas, se arrodilló detrás de ella, le dio un mordisco al culo y luego otra nalgada. Ella disfrutó de la brusquedad del delincuente, de hecho, así era como le gustaba que la posean, no como el imbécil de su marido Alberto que parecía pedir permiso con cada cosa que le hacía.
    
    El tipo se hizo espacio entre las piernas de Marisa y atacó con fuerza con su sable duro.
    
    Mientras era cogida con contundencia, veía a su hija siendo todavía penetrada por los mismos hombres. Parecía que ya la habían acabado, porque su pelo tenía una mancha blanca. Ahora estaba boca abajo, todavía con el camisón rosa puesto, pero la ternura que generaría una chica de rostro angelical con esa prenda sexy pero recatada, sería reemplazada por la calentura que genera cualquier yegua hermosa siendo empalada.
    
    Brenda estaba recostada sobre uno de los encapuchados, que le ensartaba su miembro en el culo, mientras que el otro, encima de ella, la penetraba por la vagina. La nena ya no lloraba, sino que gritaba de placer cada vez que la empalaban, principalmente cuando era ultrajada por el ...