1. Terapia: Primera parte


    Fecha: 14/11/2017, Categorías: Incesto Autor: Crusnik, Fuente: CuentoRelatos

    ... Soooooyyyy viiiiiirrrgen.
    
    Eso me animó más. Una mujer de más de 50 años aún virgen. Le abrí las piernas, quité sus bragas y empecé a lamer su panocha haciendo movimientos de mi lengua de arriba-abajo y en círculos, mientras sobaba sus tetas en forma circular.
    
    ―¡Relájate! Lo haré despacio. Estarás tan mojada que no te dolerá.
    
    Sus jadeos eran fuertes, se la metí de a pocos.
    
    ―¿Te duele, Silvana?
    
    ―Me partes en dos, pero me encanta ¡Me encanta! ¡No Pares!
    
    Se la clavé entera. Sonidos de gemidos y el plat, plat, plat de sonidos mojados sumados a un olor a mar y sudor llenaron la habitación.
    
    ―¡Ahhh! Sí, así cariño. ¡Hazme sentir una puta con esa vergota… Ohhh! ¡Más rápido! ¡Haaaa!
    
    ―¿Quieres ser mi puta?
    
    ―Síííííí… Ahhh!! Seré lo que tú quieras. ¡Qué rico!
    
    ―¿Serás mi esclava sexual?
    
    ―¡Haré lo que quieras! ¡¡Ohh!! ¡Más rápido! ¡Clávala con toda tu fuerza y rápido… ¡Me encanta! ¡aahh!
    
    No iba a aguantar mucho. Su coño estaba muy apretado y tan caliente.
    
    ―¡Qué rico! ¡Tengo tu verga hasta adentro!
    
    ―¡Aggghh! ¡Me voy a correr!
    
    ―¡Sí, papi! ¡Vacíamela toda! ¡Quiero toda tu espesa y caliente leche dentro de mi coño!
    
    La saqué y ambos quedamos al lado del otro mirando al techo.
    
    ―Eso fue lo más rico que he sentido –dijo Silvana
    
    ―Espero que aún quede tiempo porque voy por la segunda vuelta.
    
    Volvimos a coger y esta vez me corrí afuera haciendo que pruebe el sabor de mi esperma.
    
    Me dejó su ropa interior cubierta con algo de sangre y semen y dijo: ¡Quédate con esta, para que te acuerdes que cada vez que quieras mi vagina está disponible para ti.
    
    Descansamos un rato y cada quien se fue a lavar al baño y vestirse.
    
    ―Ahora me vas a responder algunas preguntas sobre mi madre.
    
    ―¡No! Eso es privacidad paciente-doctor.
    
    ―Harás lo que te digo, esclava.
    
    ―Sí, amo… Dijo Silvana bajando los ojos y con cara de lujuria.
«12»