1. Boquita sucia


    Fecha: 18/11/2017, Categorías: No Consentido Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... aunque gracias a Tatiana me pajeara hasta 8 veces al día. Es más, una vez hasta me acabé encima en clase cuando me senté con ella. Ahí descubrí que me calentaba su olor a villerita, el aliento de su boca siempre nutrida por el arsenal de caramelos, pastillitas y chicles que había en su guardapolvo, y hasta la brisita del movimiento de sus piernas que acentuaban su esporádico olor a pichí. En esos días escribió en un papel que dejó en mi carpeta:
    
    ¡quiero que me acabes en la boquita, por 5 pesos!
    
    Yo me hice el dolobu, pero esa misma mañana me apretujó el pito sobre el jean, me dijo que soy uno de los pocos que no le dio la lechona, y luego, mientras la de historia nos aburría con el imperio romano, su manito se reveló entre mi bóxer para moverse lentamente.
    
    Apenas me susurró:
    
    ¡pendejito, la tenés durita y mojada… parece que te hubieras meado, porque tu calzoncillito está empapado!, ahí nomás le saqué la mano y, avergonzado como nunca sentía cómo derrapaba el semen por mis piernas.
    
    Yo le huía a sus provocaciones. No quería saber nada, pero era más miedo que otra cosa. Encima, una mañana el Tincho me confirmó que por 10 pesos la turra dejó que le acabe en la parte de atrás de la bombacha después de que se la mamó haciendo globitos con un chicle. Nunca le creíamos del todo, porque él por las dudas siempre llegaba un poco más lejos que el resto. Pero su relato logró que por la noche entre mis sábanas escupa 5 lechazos bien abundantes.
    
    Al fin junio fue el mes de ...
    ... la verdad para mi credibilidad hacia los chicos. Gracias a profes permisivos como la de inglés o el de biología la Tati salía dos veces al baño de varones, y enseguida alguno de nosotros iba detrás de ella con cualquier excusa. Una de esas veces me la jugué envalentonado por los pibes.
    
    Cuando la de inglés preguntó quién se ofrecía a buscar tizas y el libro de temas a preceptoría, lo hice de inmediato ni bien los pasos de Tati cruzaron el umbral del aula. Atravesé la galería al trotecito hacia el baño y comencé a buscarla, con las manos sudadas, la boca seca y con millones de temblores en el cuerpo. La vi de casualidad, sentada detrás de la puerta de uno de los bañitos con la pollerita subida y el pelo suelto. Creo que por los nervios le dije: ¡qué linda que estás!
    
    Ella se rió burlona diciendo:
    
    ¡dale nene, pelá la verga que mi lengua te va a sacar toda la leche!
    
    Me bajé el pantalón como pude, y ella pegó su cara a mi bulto, me olió desesperada, me mordió suave la cabecita del pito sobre mi elegante slip, y en cuanto se la metió a la boca balbuceando: ¡qué pijita guacho, dame leche bebé. ¿te gusta cómo te la chupo?!, le pinté los labios con una suculenta acabada que me perturbó por un instante. Me sentí mareado pero feliz, y ella no me cobró.
    
    A la mañana siguiente no quise esperar ningún recreo ni oportunidad generada por los pibes. Después de lengua, sabíamos que la de historia siempre llegaba 15 minutos tarde. Le di 5 pesos a Tati y nos fuimos a sentar al último ...
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