Hilario. - Relatos Eróticos

Hilario.

... hice fue florear mis labios para que su parte interna tocara la suave piel del glande lo cual me causó un gran placer y creo que a él también. Con algunos movimientos empecé a sentir que algo viscoso y con un sabor saladito, se acumulaba entre mis labios y mis dientes. 
No pasó mucho tiempo para que él interviniera con su mano rodeando las mías, para intensificar los movimientos, señal inequívoca de que ya estaba por lanzar los chorros de leche. Muy a mi pesar, cuando más placer estaba sintiendo, retiré un poco mi boca de su glande y casi de inmediato, lanzó un retraído ¡Yaaaa! A la vez que lanzaba el primer potente y abundante chorro que sorpresivamente, casi cayó todo en mi cara, muy caliente que estaba y muy sabroso que parecía, parte del resto se fue a la tierra y la otra quedó en mi mano, igual que la vez anterior.
Luego se aventar todo, exhausto, Hilario se quedó respirando hondo, parecía que había hecho un esfuerzo mayor al que acostumbraba y yo seguí con los mismos movimientos y uno que otro apretón con lo que lograba sacarle más gotas que embarraba en su propio palo y dejando mi mano igual de embarrado. Al final, con el esperma que había quedado en mis manos me las restregué en las dos hasta quedar casi seco o impregnado creo que hasta por debajo de mi piel.
En esa jalada tuve la oportunidad de captar el olor del semen restregado en mi piel y que no me resultó muy agradable y me previno de lo malo que pudiera ser para mi organismo si llegara a ingerirlo. Con el tiempo me daría cuenta de lo que me había perdido por ese temor, toda vez que el esperma contiene 36 elementos entre nutritivos, preventivos y curativos de algunas enfermedades y ese mal olor es por su descomposición que inicia al exponerse a la intemperie. Ese conocimiento me llegó sólo 2 años después. A partir de que conocí esa riqueza, no desperdicié ni una sola gota y, excepto el mío por obvias razones, siempre lo prefiero directamente desde su envase.