1. El fontanero


    Fecha: 20/11/2017, Categorías: Incesto Autor: aidan, Fuente: CuentoRelatos

    No hace demasiado tiempo que vivo solo. Tengo 21 años y me fui de casa de mis padres porque no podía reprimirme más. Aquí en mi apartamento puedo ir en pelotas todo el día por la casa sin que nadie me diga nada. Mi habitación está decorada por algún que otro póster de tíos en bolas con pollas de fábula y mis sábanas están llenas de restos de lo que yo llamo licor seminal.
    
    El otro día se me estropeó la lavadora. El desagüe no tragaba bien por lo que me vi obligado a llamar al fontanero. Cuando llegó se me quedó mirando porque yo estaba vestido con una camiseta de tirantes y unas provocativas mallas blancas con el justo nivel de trasparencia. El fontanero era guapísimo, vamos, que estaba como un tren de mercancías. Vestía con un típico mono azul de mecánico de esos cerrados con cremallera. Se dirigió a la cocina y sacó la lavadora de su sitio. Entonces se agachó y comenzó a mirarla. Sus pantalones se ceñían rabiosamente al culo y pude comprobar cómo no existía ningún tipo de marca de ropa interior. La costura central del mono se metía traviesamente por la raja del culo del joven muchacho. Fue entonces cuando el tamaño de mi pene comenzó a aumentar notablemente de tamaño aprisionado en la lycra de mis mallas. Me entraron unas ganas tremendas de despelotarme en ese momento pero me reprimí. Él se volvió hacia mí y me invitó a agacharme y mirar la avería. Yo dije que no la veía y él me cogió la cara y me la dirigió más abajo para ver lo que estaba roto. Al agachar el rostro ...
    ... mi nariz pasó a unos escasos 10 centímetros del paquete del muchacho que para mi alegría estaba completamente abultado. Respiré profundamente y noté el profundo e irresistible olor del sudor de sus huevos que se marcaban grandes y repletos de semen. Cuando terminó de reparar la avería, unos cinco minutos, se incorporó y se apoyó sobre la lavadora. Se bajó levemente la cremallera del mono dejando entrever unos pocos pelillos y la mitad de su pezón derecho, que coronaba un precioso pectoral. Se secó el sudor de la frente con la mano y se quedó callado.
    
    Me preguntó si quería que me arreglase algo más y yo le dije que mi tubería. Él sonrió ligeramente y continúo bajando la cremallera de su mono, justo hasta el ombligo. Joder, tenía un cuerpo de puta madre y su polla se marcaba grande y venosa. Fue entonces cuando comencé a quitarme la camiseta escudándome en el calor de la cocina. Él miró mi cuerpo y jadeó ligeramente. Alzó sus brazos y los depositó sobre mis hombros. Acercó su rostro al mío y sin mediar palabra introdujo su lengua en mi boca fundiéndonos los dos en un tórrido beso. Mientras nuestras lenguas peleaban envidiosas por conseguir saliva, con nuestros brazos comenzábamos a explorar cada uno el cuerpo del otro. Yo seguí bajando la cremallera de su traje de faena y llegué rápidamente al rizado vello púbico. Él deslizó sus dedos por el elástico de mis mallas y tiró con fuerza de ellos hacia abajo rozando mis nalgas a su paso. Mi pantaloncillo cayó al suelo liberando ...
«1234»