1. La noche


    Fecha: 06/04/2020, Categorías: Dominación / BDSM Tus Relatos Autor: Aria, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X

    ... necesidad de sus manos, notando esto, sus manos pasaron a apretar y retorcer mis pezones.  Chupé con más fuerza sintiendo que estaba por acabar. Pero tenía otros planes…
    Tomó mi cabello y alejó mi boca de su verga, haciéndome levantar. Me recostó en la cama, su boca se comió a la mía, su lengua comenzó a bajar por mi cuello, llegando a mis pezones. Donde los mordió, chuponeo. Mientras su boca mordía con lujuria, su mano apretaba y estiraba mi pezón izquierdo. Así hasta que lo dejo empapado por su saliva y el otro rojo y duro por sus apretones, decidió cambiar. Ahora su boca mordía y babeaba mi pezón izquierdo y su mano apretaba y estiraba mi pezón derecho. Una vez completamente duros, siguió bajando, pasando la lengua por mi estómago llegando al borde de mis pantalones, que aún seguían puestos. Desabrochó el pantalón lo sacó de un solo tirón, dejándome solo en tanga. Continuó bajando con su lengua hasta llegar a la tanga, que estaba completamente empapada. Sus dientes y lengua rozaban en mi intimidad provocando que de mi boca se escaparan unos gemidos. Necesitaba más, tanto yo, como él. Él buscaba obtener todo el placer que pudiera darle, porque era suyo, le pertenecía. Corrió la tanga y empezó a dar lengüetazos por toda mi conchita empapada. Su lengua se movía cada vez más rápido, mis gemidos aumentaban, al igual que mi respiración. Suplicante pido más, pido permiso para acabar, estoy muy cerca, lo necesito.  “Sí, pequeña puta, dámelo todo” es su respuesta, mi ...
    ... cuerpo se suelta convulsionando, en ningún momento dejo de sentir su lengua acariciándome.
    
    Una vez que mi cuerpo termina de contraerse por el exquisito orgasmo que le acabo de dar, siento su verga completamente dura en la entrada de mi concha. “¿Estas lista, pequeña?”, me preguntó acariciando mi conchita de arriba abajo, nuevamente súper excitada le respondí “Sí, Papi, soy toda tuya”. De un solo empujón su verga entró completamente en mi ser. Espero dos segundos y comenzó a realizar un vaivén, lento, pero duro. A medida que sentía que su verga se acomodaba en mí, iba cada vez más rápido. Sus manos apretaban y estiraban mis pechos, los mordiscos también llegaron a ellos. Su verga entraba y salía de mí cada vez dándome más placer, otra vez al borde del orgasmo. Gemidos y palabras de pura sumisión escapaban de mi boca en modo de súplica, “Sí, Papi, por favor, dame tu lechita, quiero que me llenes toda”. Dos segundos más tarde de mi boca volvía a salir la súplica de permiso, “Papi, ya no aguanto, por favor, lléname toda”. Sus movimientos comenzaron a acelerarse, iba cada vez más rápido, hasta que en un jadeo me dijo “Ahí va, pequeña, ahí tienes tu premio, preciosa, acaba para mí”. 
    Rendidos caímos a la cama. Agitados nos abrazamos y nos besamos, satisfechos por esa gran cogida. Descansando en la cama, le digo en broma “la comida ya se debe haber enfriado” y él, tocándome la concha, toda empapada por mis fluidos y los suyos, me responde “No, pequeña, todavía, no”. 
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