1. Manuela (13)


    Fecha: 26/11/2017, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    He estado más de doce horas durmiendo profundamente, me levanto con un hambre de órdago y tras una ducha bajo a la cafetería. El invierno sigue ganando por goleada y el paisaje de estepa rusa que se ve por los ventanales no deja de ser un poco deprimente. No hay comunicación telefónica con ningún sitio. El viajante de Bilbao me saluda, me siento a su mesa y doy cuenta de un abundante desayuno que me reconcilia con el mundo. "¿No baja usted a la sauna?, casi todos están allí intentando sudar la resaca de anoche; claro, como usted no bajó se perdió las copas de invitación de los recién casados. Esta noche creo que le toca pagar a usted".
    
    No sabía que hubiera sauna en el hotel, la verdad es que siempre me ha gustado y cuando he tenido oportunidad me he sumergido en el vapor. Bajo a uno de los sótanos en donde está el gimnasio, allí están las amigas maestras haciendo pesas y practicando en los aparatos ("buenos días, ¿a hacer ejercicio?; no creo que lo necesites, la verdad"). Me desvisto en un acogedor vestuario que tiene una gran pileta de agua templada y con una toalla envolviendo las vergüenzas (yo creo que habría que decir alegrías) entro en una sauna muy moderna de la que no puedo ver nada salvo las nubes de vapor que todo lo envuelven. Veo unas sombras situadas en el graderío frente a mí y también deben verme porque oigo el saludo de los jóvenes recién casados ("hola Luis, ven; es estupendo ésto, no me canso de estar aquí"); me acerco y durante unas décimas de ...
    ... segundo debo disimular la sorpresa que me supone ver a Teresa desnuda sentada junto a su marido Pedro, en especial porque tiene un par de tetas fabulosas, más bien grandes, altas, duras, con perfecta forma de flan, morenas, moteadas con pecas, con grandísimos pezones muy oscuros (creo que nunca los había visto tan grandes) que parecen dos pequeños dedos gordos rodeados de una gran areola color canela. ¡Qué maravilla!, menos mal que llevo la toalla y eso me permite disimular la erección que me provoca ese raro y excepcional pecho.
    
    "Buenos días, ¿hemos dormido bien?; no le vimos anoche, ¿estaba cansado?"
    
    La segunda sorpresa es que Julia y su medio hermana se han acercado hasta nosotros y vuelvo a agradecer el haber cogido una toalla porque ambas se muestran desnudas y si bien conozco el deseable cuerpo de Carmela, mi erección aumenta al ver a Julia: delgada, rubia de piel y cabello, pechos breves como dos manzanas con pezones chiquititos, cintura de avispa, caderas redondeadas albergando un culo pequeño alto, prieto y ni un solo vello en el cuerpo. Está tremendamente maciza y me excita la expresión de su cara del tipo "ya se yo lo buena que estoy y lo cachondo que te pongo". El joven marido debe estar envidiando mi toalla porque no puede tapar con las manos el rabo tieso y duro que se le ha puesto, mientras no deja de comerse con los ojos a las excitantes cuarentonas.
    
    "Si eso es por nosotras dos te lo agradecemos Pedro, con una mujer tan excitante como la tuya es todo un ...
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