1. Mi primer amor: una masoquista


    Fecha: 26/11/2017, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ¿FANTASÍA O REALIDAD?
    
    Las calles del centro Coyoacán siempre tendrán un poder para hacerme sonreír como pocos lugares. Su arquitectura singular, la variedad de lugares que visitar y sobre todo su rica selección de antojitos mexicanos lo hacen un lugar imperdible, así como una visita obligada.
    
    El simple hecho de sentarse a perder el tiempo al cobijo del kiosco mientras se ven las idas y venidas de tanta gente es uno de los placeres de la vida que más de un habitante de la capital mexicana ha disfrutado. Lugar predilecto de tantas, tantísimas cosas que suceden y se pueden dar en la inmensa Ciudad de México. Coyoacán.
    
    Y ahí estaba yo, degustando uno de los famosos churros rellenos aunado a un sobrevalorado café que había comprado, más por costumbre que por gusto, en una de las esquinas más visitadas de aquél lugar. Bien abrigado, disfrutaba de esas tardes con olor a tierra mojada con la plena certeza de que, en cualquier momento, caería un diluvio.
    
    Cuando, sin previo aviso y a media mordida, un par de manos nubló mi vista. En un inicio, el pánico se apoderó de cada centímetro de mi ser, al pensar que se trataba de un asalto o peor, de un secuestro. Y a plena luz del día. ¡Dios bendito! Sin embargo, al escuchar un femenino y amigable “¿Quién soy?” no pude evitar soltar un leve suspiro de alivio.
    
    —Selene —respondí sonriendo. Una amiga de la infancia. Toda una sorpresa.
    
    —¿Cómo es que puedes saber tan rápido? —Me reprochó sonriente y dejándome verla— Incluso fingí ...
    ... mi voz para despistarte. Y más después de años sin vernos.
    
    —A ti te reconocería siempre —repuse galante y como recompensa obtuve esa sonrisa que me gustaba tanto y que, hasta que la vi, no supe cuánto extrañaba.
    
    —¿Qué haces aquí? —me preguntó mientras recibía un efusivo abrazo que no reparé en corresponder.
    
    —Vengo por trabajo —respondí casi en automático, puesto que, su sonrisa me había deslumbrado. No me di cuenta de que mucha de la gente que había alrededor del kiosco se estaba marchando. Estaba por llover
    
    —¿En serio? —Preguntó divertida— No pareces muy trabajador ahorita…
    
    —Terminé mis actividades por hoy, pero me quedan 3 días por delante —repuse un tanto desanimado ante la perspectiva del trabajo que tenía pendiente por realizar.
    
    —¿Cuándo regresas a Tijuana? —quiso saber. Me volvió a sonreír y mi mundo se detuvo un breve instante.
    
    —El viernes por la noche —alcancé a responder, aun embobado en ella. Era martes.
    
    —¿Y por qué no me dijiste que estabas aquí? —me reprochó con dulzura— Si no paso por aquí, probablemente ni en cuenta de que andas en la ciudad. Te cotizas corazón —y el que sonrió fui yo.
    
    Y sin pedir permiso, Selene hizo algo que me hizo verla de una manera distinta y que, generó en mí diferentes sentimientos; uno imperante: lujuria.
    
    Se acercó a mí casi como si fuera a besarme. Fue un movimiento natural y desenvuelto, como si lo llevara haciendo siempre, pero en el último momento, cambió de dirección y le dio una mordida a mi churro. ...
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