Me trató como su perra
Fecha: 28/11/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Hunter, Fuente: CuentoRelatos
Alan es un tipo de 24 años, trigueño oscuro, con una mezcla interesante de negro caribeño y latino, mide 1.80, pesa unos bien puestos 90 kilogramos de puro músculo, jugador de basquetbol, futbol, tiene un hijo de 6 años, su novia y muchas mujeres que lo corretean. Yo lo conocí en una entrevista de trabajo a la que fue, sin éxito y de ahí tomé su número de teléfono, dirección de Facebook, todos sus datos personales y me fui armando de información de él. Los comentarios de hombres y mujeres me ponían a pensar que era más de una cara bonita.
Me dio un poco de lástima que no lo contrataran y lo llamé para un trabajo eventual en la empresa de un amigo. Ahí pude admirar lo guapo que se veía con su cabello corto al rape, una barba incipiente y una mirada triste pero sexi. Desde el primer momento su mirada insistente me dijo que ahí había algo. Lo llamaba, le hablaba por el teléfono, le mandaba chats y todo lo que podía para mantenerlo acercándolo más-.
Lo invité a salir y le tiré los perros, y él se los dejó tirar muy bien. En mi carro ni siquiera traté de tocarlo. De alguna manera sus brazos tatuados, su habla maleantesca y de barrio bajo y su actitud me daba un poco de temor. Después de conversar un rato nos fuimos para un motel y ahí me di cuenta del error que había cometido.
Alan está acostumbrado a cogerse a los hombres como si fueran mujeres. Primero se desvistió y vi no solo el cuerpazo que se jalaba, producto de muchas horas de deportes y trabajo físico, tenía una ...
... pinga gruesísima, oscura como el resto de su piel y unas nalgas paradas, duras, como de piedra y unos huevos que le colgaban tanto que se le veían desde atrás.
Lo primero que hizo fue agarrarme fuerte, bastante fuerte y obligarme a arrodillarme de una vez para que le mamara la verga. Apenas se la sacó le colgaba como si fuera un pedazote de carne. Me puse a mamarlo con ganas pero él quería más, quería que me metiera la pinga hasta la garganta. En una de las veces que me dieron ganas de vomitar me soltó una bofetada, realmente no muy duro pero si me dolió y me agarró de sorpresa.
Se acostó boca arriba, debajo del espejo del cuarto que estaba en el techo y me atrajo hacia sí, agarrándome las nalgas y sobándomelas con satisfacción. Yo tengo un par de nalgas bien ricas, grandes y velludas y un culo muy muy limpio y buenas piernas, aparte que parecía le excitaba ver mi piel blanca contrastando con la suya tan oscura.
Él estaba depilado y la verga le sobresalía entre los huevos. La cabezota rojiza le yo me puse a mamarla como un desesperado, sintiendo como me zampaba hasta las amígdalas la verga cabezona. Le mamé un buen rato y me atrajo mis nalgas hacia su cara, metió su lengua completa en mi culo y me separaba el ano con los dedos mientras su lengua me ponía a gozar a mil. Gruñía de placer y me lamía de arriba a abajo el culo, sobándome con una mano las nalgas y con la otra pellizcándome las tetillas. Llego inclusive a mordisquearme los pliegues del ano, haciéndome sentir ...