1. Sola


    Fecha: 05/12/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: roura92, Fuente: CuentoRelatos

    ... pero me hace temblar. Mínimo pero constante, pronto estallaré. Pero no, quiero hacerlo más largo. Dentro de los muslos empiezo a notar un fuego, lentamente se extiende y sube, cuando llegue a donde tengo los dedos sé que va a estallar, pero cuando lo hace, me detengo un rato sin quitar los dedos. Ahora, nada en movimiento estimula mis zonas sensibles, inmovilidad hasta que el fuego de los muslos se calme.
    
    Ya se ha enfriado un poco, voy a mover dedos otra vez; igual de suave, igual de lento. El fuego interior vuelve a aumentar de temperatura. Lentamente, el calor avanza hasta cerca del punto de no retorno. Otra vez inmóvil. Cuento hasta treinta lentamente y vuelvo a empezar. Una y otra vez.
    
    Cada vez me cuesta menos rato llegar al punto del estallido, lo deseo tanto, pero me obligo porqué sé lo que vendrá aun será más fuerte.
    
    Al fin, con muy pocas estimulaciones de los dedos estoy a punto de estallar. Otra vez quieta, treinta segundos en los que el fuego interior, en vez de apagarse se está moviendo solo hacia sitios más atrevidos. Continuo con los dedos, voy a explotar, pero como último recurso, relajo los muslos y ...
    ... las nalgas para retardar lo inevitable.
    
    No, veo que no va a ser suficiente. Ya no me voy a parar, los deditos van a continuar hasta que no pueda más.
    
    La ventana de la habitación está cerrada, porqué hace más calor fuera que dentro, los vecinos están de vacaciones, voy a chillar. Y si alguien lo escucha, mejor para él. O para ella, que nunca se sabe. No creo que nadie confunda mis alaridos con los de dolor.
    
    Ya está, ya está, lento, lento, muy despacito, no quiero que el orgasmo termine, la sensación es irresistible. Para durar más chillo, no me paro, no me paro, hasta que las convulsiones me hacen rodar por la cama.
    
    ¿Será posible que hayan pasado toda la noche?
    
    Ya es de día, estoy desnuda envuelta en una sábana suelta y, maravillosamente, los pies están cubiertos. Es verano y hace calor, pero dentro de mi cueva de tela, el calor es agradable, es el que me ha acompañado toda la noche; más que en las sábanas, tengo la sensación como de haber dormido en las nubes. Son vacaciones, no tengo prisa para levantarme, dormiré un rato más. Y soñaré, soñaré con unas manos cálidas que empiezan a acariciarme por los pechos… 
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