Amigos de Verano
Fecha: 13/12/2017,
Categorías:
Gays
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Nos conocimos en la playa, pero las circunstancias no importan y el caso es que nos amigamos rápidamente. El se llamaba Julián y era bastante alto, delgado y de músculos algo trabajados, cabello negrísimo y lacio, piel pálida y los ojos más verdes del mundo. Tenía diecinueve años, yo también. Recuerdo le gustaba el mar, se la pasaba nadando sin cansarse toda la mañana, pero luego salía porque no le gustaba el "hormiguero" (cómo él decía) en que se convertía la playa más tarde. Fue por el hábito compartido de nadar en el mar a la mañana que nos vimos por vez primera. Cómo estábamos casi solos, me acerqué y empezamos una charla ahí mismo, en el agua: cuando me enteré de que leíamos a los mismos filósofos y que compartíamos el gusto por el jazz, le dije que esa noche tocaba una banda de jazz en un bar que yo conocía, y lo invité a ir. Así empezó todo. Al cabo de unos días éramos inseparables. Salíamos a caminar por la tarde hasta que oscurecía, y después íbamos a la playa a ver las estrellas. La pasábamos genial.
Una tarde caminamos mucho y nos alejamos de la ciudad por la línea de la playa. Subimos a una duna y allí nos sentamos a charlar. En un momento, de súbito, todo se silenció, y quedamos mirándonos a los ojos. Fue un instante, y ambos nos dimos cuenta de lo que pasaba. Colorado de vergüenza, Julián se sonrió e hizo un comentario ridículo como para romper el momento incómodo, ambos nos reímos y él, jugando, me empujó y yo lo agarré de la camiseta: caímos rodando por la ...
... cuesta de la duna muertos de risa. Al terminar la caída quedamos uno sobre el otro, él arriba de mí, y nos miramos nuevamente a los ojos. El tenía esa mirada penetrante que llega al fondo del alma. Veía reflejados mis ojos en las selváticas esmeraldas de su rostro, suavemente pintado de rojo en las mejillas por el dedo del sol. Me besó. Y confesó nunca antes haber besado a otro hombre. No le mentí cuando, a mi vez, también negué. Rodamos y yo quedé encima, nunca había sentido algo así por otro chico, y nos besamos intensamente. Mientras nuestros labios se fundían en un beso al infinito, nos incorporamos, y comenzó a sacarme la camiseta, luego de lo cual se quitó la suya.
Nos besamos nuevamente sintiendo nuestros torsos uno contra el otro, sus grandes manos recorriendo mis abdominales, sus labios acariciando mi piel, nuestros cuerpos hermanados en un abrazo mágico. Me recorrió el cuello con su boca, y fue bajando por mi pecho, mientras que me hacía recostar en la arena aún caliente de la tarde, pero ya vestida tenuemente de luna. Sus labios me recorrieron, jugaron en mi piel, me erizaron e hicieron gozar. Se detuvo y alzó una mirada pícara. Traviesamente, se hizo el que no podía abrir el cierre del traje de baño, y luego lo bajó de un tirón. ¿Estás contento, Mati?, me preguntó con una sonrisa maliciosa al ver el duro bulto que el bóxer a duras penas podía contener. Me lo sacó con un movimiento rápido y mi polla salió al sol durita y vibrante. Es grandota… y se ve deliciosa, ...