En el cine - Relatos Eróticos

En el cine

... dejó de mover su lengua pero apretó su cara más fuerte contra mi cola. Mi pene iba latiendo cada vez más despacio. Era hermoso sentir su cara apretada en mi cola pero era vergonzoso el enchastre que le había dejado en la camilla y en el almohadón. Le pedí disculpas y él se sonrió. No tenés que disculparte de nada, me dijo, de esto yo me encargo. Y alcanzándome una toalla para que me limpiara se acercó diciendome que nunca había pasado un momento tan intenso, y también me preguntó si yo había estado a gusto.
Mi respuesta fue rápida como saliendo de adentro y sin pensar, le dije que me había encantado ese tipo de masajes y que me gustaría repetir alguna otra vez. También le dije que él era muy bueno y que me había hecho gozar mucho. A lo que Juan contestó que podía volver las veces que quisiera y que no se perdería por nada del mundo volver a ver las piernas más linda.
Nos despedimos y en el camino a casa no podía dejar de pensar en cada momento de esa tarde tan maravillosa y excitante.
Me sentía realmente a gusto con Juan. Él me hizo pasar un día extraordinario, me hizo gozar tanto que nunca me hubiera imaginado que existía tanto placer. Y era evidente que el la había pasado bien conmigo. Sentí que lo atraían mucho mis piernas y que el roce de mi piel suave lo excitaba mucho.
De repente tuve una idea muy loca. Imaginé a Juan dentro de mí, siendo penetrado tan dulcemente como era su modo y sentir ese miembro tan duro y caliente llenarme de su semen. 
Durante los días subsiguientes no hice más que pensar en esa fantasía y me propuse hacerla realidad.