1. La historia de Claudia


    Fecha: 20/12/2017, Categorías: Incesto Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos

    Una noche, al volver de la facultad después de haber reprobado un examen, su madre le dijo abatida: -Ya no sé qué hacer con vos.
    
    Entonces la mucama, que había presenciado la escena, le dijo en voz baja cuando Claudia pasó junto a ella al retirarse del comedor hacia su cuarto:
    
    -Si fueras mi hija yo sí sabría que hacer.
    
    Claudia quedó como clavada al piso durante un segundo, pero no la miró ni dijo nada y siguió su camino con esas palabras sonando en su mente una y otra vez.
    
    Esa noche casi no pudo dormir, presa de los nervios y la ansiedad que la consumían. Al día siguiente, cuando bajó al comedor a desayunar mientras su madre aún dormía, sintió los ojos de Blanca, la mucama, clavados en ella, hasta que por fin se decidió y le dijo con la mirada fija en la mesa:
    
    -Blanca, ayer me... me dijiste que si... que si yo fuera tu hija sabrías... sabrías qué hacer conmigo...
    
    -Sí, sé muy bien cómo hay que tratar a las chicas como vos. -contestó la mucama con tono firme y casi pegada a ella.
    
    -Soy un desastre ¿cierto? Me porto muy mal, no estudio...
    
    -Sí, sin duda hay que corregirte. -aseguró la servidora de treinta y dos años.
    
    -¡Ay, Blanca! –se exaltó Claudia. -¿Y vos lo harías?
    
    -Claro que sí, y te aseguro que conmigo vas a tener que andar derechita.
    
    -¿Y si me porto mal vos que me harías? -preguntó Claudia para asegurarse de que la mucama supiera de qué se estaba hablando, y resultó que lo sabía.
    
    -Lo mismo que te hace tu madre. -fue su respuesta.
    
    A ...
    ... partir de ese momento el pacto entre ambas quedó sellado y Blanca, una señora muy severa, de 34 años y considerable práctica como spanker, ocupó el lugar que la madre de Claudia había abandonado por cansancio ante la certeza de que jamás podría corregir totalmente a su hija.
    
    El primer encuentro en el cuarto de Claudia fue memorable para Blanca, porque hacía años que no que se daba el gusto y ese culo redondo, firme, carnoso y a su entera disposición, le compensó sobradamente tan dolorosa abstinencia.
    
    Por otra parte, el tener sobre sus rodillas y con las nalgas al aire a la patroncita, a esa joven por momento distante y orgullosa, aumentaba su goce al proporcionarle el placer del desquite .
    
    Iba a darle con una sandalia de suela y exhaló un fuerte suspiro cuando Claudia gimió al recibir el primer golpe.
    
    A medida que la paliza se iba desarrollando, la joven corcoveaba en medio de súplicas y grititos de dolor mientras sus nalgas cobraban un tono cada vez más rojizo.
    
    -¡Aaayyyyyyyyyyy, Blanca no, no, por favor basta! -suplicó Claudia cuando había recibido 20 sandaliazos, pero Blanca no se detuvo. Seguía alzando su brazo una y otra vez y la sandalia restallaba sobre esas hermosas nalgas que pronto estuvieron ya bien rojas mientras la joven lloraba y la señora de la casa dormía plácidamente y ajena por completo a lo que había empezado a ocurrir entre su hija y la mucama.
    
    -¿Vas a volver a rendir mal un examen?
    
    -Ay, no, Blanca, no, te lo prometo... -aseguró la joven ...
«12»