Reencuentro (con versión en película)
Fecha: 22/12/2017,
Categorías:
Confesiones
Autor: GabrielledelD, Fuente: CuentoRelatos
Estamos en el salón de la casa de Jim Y Roser, un matrimonio que arrastra una relación de más de una década. Son jóvenes y atractivos. Clase media-alta. Viven confortablemente. Ella acaba de llegar del trabajo. A pesar del cansancio de una jornada especialmente agotadora, Roser conserva intacto su sex-appeal: alta y delgada, cabello rubio, cara de niña apenas maquillada. Pechos pequeños pero erguidos y desafiantes, largas piernas semiocultas dentro de una falda demasiado larga. Un bombón, vaya.
―hola cielo
―qué tarde llegas.
Quien contesta es su marido. Un arquitecto muy valorado en un estudio de renombre. También es alto y bien parecido. Muy estricto con su aspecto, se le puede definir como metrosexual.
―ha sido un día asqueroso, de verdad. ¿Cenamos?
―ya he cenado, pero te acompaño
―no Jim. Me tomo un vaso de leche, me ducho, y voy directa a la cama.
―acabo de leer esto y subo.
―vale. Oye, Ana viene a pasar unos días con nosotros.
―ah, ¿sí? ¿Y eso?
―me ha enviado un email diciendo que tenía ganas de volver por aquí, pero que no le hacía pelo de gracia meterse en casa de su hermano o de su cuñada. Entonces la he invitado; pensé que no te importaría.
―ni me importa ni me deja de importar, pero si lo has hecho ya está. No dormirá en nuestra cama, ¿verdad?
―qué burro que eres.
La pareja está ya en la cama. Ella está muy cansada. Él tiene más ganas de hablar.
– Roser, tienes ganas de verla?
―a quien, a Ana? Si.
―yo no tengo ...
... demasiadas, la verdad.
―¿No dijiste que no te importaba?
―que me importe o no, no tiene nada que ver con que tenga ganas o no de volver a verla. ¿La echas de menos?
para nada, pero tengo ganas de volver a verla.
Roser cierra los ojos. No puede más. Ante la pausa de su marido se queda dormida.
Esta anocheciendo en un caluroso jueves de mayo. La urbanización de casa de Jim y Roser está en un suburbio de postín. Llegan en coche está acompañada de Ana. Jim las espera. Besos y abrazos. Entran en casa.
―bueno, sí que has tardado.
7 años y pico. Ya tenía ganas de volver por aquí.
Si hubiera que destacar algo de Ana sería sin duda su bello rostro. Sin embargo, su cuerpo denota lo que podríamos llamar mala vida. Esta rellena sin ser obesa, aunque en sus tiempos gozaba de una figura envidiable en la que lucían dos espléndidos pechos, hoy víctimas de una infernal mezcla de años sin cuidarse y utilización poco amable. No obstante, tiene ese morbo que antaño cautivó a mucho personal.
―estarás cansada. Vamos a tu habitación. Luego a cenar.
―sí que lo estoy. Los años pesan. Ok, me ducho y bajo...
Estamos en el cuarto de baño de invitados. Ana se está duchando. Se da la vuelta Y ve a Roser que la está mirando.
―hola wapa.
―perdona, te traía toallas.
―cuanto tiempo llevas admirando mi cuerpazo de sílfide?
―sigues siendo una mujer atractiva.
―quince kilos de más y 12 años colgando carnes. No mientas Ross.
oye... Te espero abajo.
Roser sale ...