1. El Chinto.


    Fecha: 04/01/2021, Categorías: Confesiones Tus Relatos Autor: PPTon, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X


    Era el entenado de doña Pachita y fiel trabajador de don Roque. Como les platiqué en mi anterior relato, le pudo mucho la muerte de su abuelita, hacía 2 semanas de cuando me lo encontré en el campo de fut-bol, donde platicamos largo y tendido, ya era de noche cuando decidimos volver al pueblo, donde sentados en un recoveco del atrio de la Iglesia y frente a una vinatería de donde nos surtíamos de la cerveza para él y refresco para mi, hablamos hasta ya muy entrada la noche. De alguna forma me soltó toda la sopa, parte de la cual yo ya sabía. Lo que si me cayó de sorpresa fue que él se dio cuenta de lo que nos traíamos don Roque y yo, por una vez que, sin percibirlo, nos encontró en el pesebre en plena faena. Durante más de 2 años se la estuvo guardando y prometió no comentarlo con nadie, porque también se enteró que yo sabía lo de él y su abuelita. También supo lo que hubo entre su abuelita y yo. Así que nos prometimos quedarnos con la boca cerrada para protegernos uno al otro. También salió el tema de su resistencia para buscar una mujer, casarse o juntarse para que no siguiera viviendo solo. Sin querer por no saber lo que había, le pegué donde más le dolía. Se quedó callado, como pensando qué decir y al fin me dijo que su abuelita era la única que lo aceptaba tal cual. Que nunca cuestionó ni se quejó de lo que tenía para darle. Se veía que sufría y no tuve más que darle algunas palabras de consuelo diciéndole que no siempre se tiene el dinero que uno quisiera dar, pero ...
    ... de inmediato me atajó para decirme que no se trataba de dinero y que de plano me iba decir lo que traía y empezó diciéndome.
    -Ojalá fuera eso, siempre hemos sido pobres, pero nunca nos hemos quejado por eso, nuestro trabajo nos ha dado suficiente para salir adelante. El problema es que no me atrevo con las mujeres porque le temo a que llegue el día en que se sepa lo que tengo y resulte dañado por el desprecio de la mujer y me ha de doler mucho si le tomo cariño. Por eso mejor no las busco-
    -Pero no entiendo por qué te han de despreciar- comenté con mucha extrañeza.
    -Vamos a la casa, ahí le platico todo, sirve que nos tomamos un café para que se me baje la borrachera, ya me harté- Terminó diciendo a la vez que tiraba el líquido que aún tenia la botella de cerveza.
    Caminamos hasta su casa platicando de otras cosas, sin tocar el tema que nos llevaba a su casa. Se detuvo en una pila pública para darse un remojón de cabeza e hizo muecas de lo bien que le había caído. Llegando a su casa, se fue directo a prender la hornilla, mientras yo iba a llenar de agua la cafetera, luego de ponerla en la hornilla, me dijo que iría a tomar un baño de agua fría para alivianarse de la peda que traía. Regresó cubierto por una especie de bata o vestido cerrado, directo a la cafetera con el agua ya hirviendo, para echarle el café de grano. De inmediato, el lugar se llenó de un agradable aroma al rico café. Luego de dar el primer sorbo del delicioso café de olla servido en jarro de barro, empezó ...
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