Todo va mejor - Relatos Eróticos

Todo va mejor

La veía en el barrio desde hace rato. Cuando pasé frente a la casa de su abuela, ella salió. La abuela estaba atrás suyo.
-Hola Dany.
-¿Qué tal? Buen día.
-¿Cómo estás? Nos vemos seguidos – Eso fue de la abuela, una señora muy amable, muy linda, muy simpática. - Dany, mi nieta quiere hacerte una invitación.
La nieta era preciosa. Una nena encantadora, con la cual yo nunca había tenido más que un cambio de saludos. No era parte de mi barra. Muy chica para eso.
-Como no. ¿Qué querés?
-Es que… bueno… quiero invitarte a mi cumple…
-¿Y eso cuándo? 
-El viernes próximo.
-Como no. ¿Dónde?
-En casa, a las 8.
-¿Viste nena? Te dije que Dany no iba a tener problema. – La abuela la tenía claro.
-¿Y por qué lo voy a tener?
-Tuky pensó que no le ibas a dar bolilla. Es que…, la verdad, Tuky tenía miedo de que no aceptaras porque van a ser todos más chicos que vos.
-Bueno… no hay problema. Tuky es muy simpática y no le voy a negar nada.
-Si…, pero quiero pedirte algo más… - Tuky estaba roja.
-¿Qué?
-¿Le podés decir a dos compañeros de tu escuela? – Los quería de la escuela, no del barrio.
-¡Jajaja! - La  abuela se reía - Es que le faltan chicos. Son casi todas mujeres.
Por entonces… ¡tantos años hace! No había escuelas mixtas en el secundario, por lo menos acá, en esta ciudad. En los cumple de chicas… todas mujeres. En el cumple de muchachos… todos chicos, aunque en general los chicos eran más audaces para invitar chicas.
Bueno, así quedamos. El próximo viernes iría a su ...

... casa, que tiene una amplísima terraza, según me dijo la abuela, junto con dos compañeros. Trataré de convencerlos que no nos íbamos a aburrir en medio de tantas nenas.
Pero todo fue genial. En realidad las nenas no eran tan nenas, entre 15 y 16, muy lindas, algunas lindísimas, y como pasa siempre, las nenas gustan de “nenes grandes”… Así que sin ninguna modestia nosotros, los grandotes, éramos los más solicitados. Mis amigos no tenían problema, pero yo… no quería ser demasiado guasón, porque conocía a la familia, me daba vergüenza, y tuve que ser mucho más tímido, cuidado, además Tuky no me dejaba a sol ni sombra. No había “lento” en que no me buscara para bailar juntos, y a mí me daba bastante vergüenza, aunque los padres, la abuela y tíos estaban en la planta baja.
Pero en un momento vino la mamá. Y me senté a su lado para descansar del asedio de Tuky un rato. Allí hablamos, preguntó por mi vida, la escuela, el trabajo…, como si yo fuera un pretendiente. Seguro que eso existía en la hermosa cabecita de Tuky. Y la mamá llegó a la conclusión que los miércoles, el día en que salía más temprano del taller donde trabajaba, podía pasar por su casa antes de ir a la escuela, que estaba a sólo 8 cuadras, para que no ande dos horas dando vueltas haciendo tiempo.
Y bueno, el cumple de 15 de Tuky terminó como a las 4. Mis amigos se fueron acompañados por dos chicas cada uno, de quienes, seguramente, darían cuenta en el cercano parque…, pero yo no pude mostrarme tan “depravado”…, y ...