Duro, fóllame duro
Fecha: 02/01/2018,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos
Leonor, una preciosidad, morena, heterosexual, con lindas tetas y buen culo, había visto el Palacio de Cristal, el monumento a Alfonso XII, el Estanque Grande, la Puerta de Felipe IV... Se había dado una buena caminata por el Parque del Retiro de Madrid.
Cuando Leonor salió del parque ya las palomas se empezaban a recoger y pronto las sombras de los árboles se iban a confundir con la noche.
De camino a casa, donde vivía sola, pasó por un callejón y al doblar la esquina se encontró con un maromo de más de 1,80 de estatura, rubio, de ojos azules, nariz aguileña, atlético, con un aro en una oreja y con sus fuertes brazos tatuados. La empujó contra la pared, le echó una mano al cuello, y le preguntó:
-¿Vas a coger conmigo por las buenas o lo prefieres por las malas?
Leonor, se hizo la dura.
-¡Ni por las buenas ni por las malas!
El maromo le tapó la boca, la echó al hombro como un saco de patatas y la llevó al final del callejón, un callejón sin salida y donde las luces brillaban por su ausencia. Allí la volvió a poner de pie contra la pared, y le volvió a preguntar:
-¿Por las buenas o por las malas?
Leonor, en vez de estar asustada, estaba excitada, le respondió:
-Por las malas.
El maromo sacó una tranca casi como un salchichón de gorda, y le dijo:
-Hazme una mamada.
-¿Y si te no te la mamo qué pasa?
El maromo, sonrió con maldad.
-Atente a las consecuencias.
Leonor no quiso saber cuáles eran las consecuencias. Se puso en cuclillas, le ...
... agarró la verga y comenzó a mamarla. Casi no le cabía en la boca. La mayoría del tiempo se la meneó, se la mamó y jugó con su lengua en las pelotas. La mujer se moría de ganas por meter su mano dentro de las bragas, pero la estaban forzando y tocarse no venía al caso.
Cuando el maromo se cansó de que se la mamara, hizo que se pusiese en pie, y le dijo:
-¿Desabotonas tú la blusa o te saco yo los botones a mordiscos?
-Desabotónamela tú a mordiscos. Yo no lo hago.
El maromo, a mordiscos, le fue quitando los botones de la blusa. Después, con las dos manos, cogió el sujetador y se lo rompió. Sus hermosas tetas quedaron al aire.
-¡Joder que tetas más apetitosas tienes! ¡¡Te las voy a devorar, perra!!
El maromo, le lamió las areolas y los pezones con su larga y ancha lengua. Se las mamó, le dio cachetes en ellas y le apretó los pezones.
Poco más tarde, le decía:
-¡Ponte en pelotas!
Ya no se iba a resistir más, pues si lo hacía se quedaría sin ropa para volver a casa.
Al estar en cueros, el maromo le dio la vuelta y le azotó las nalgas mientras le comía el culo.
-¿Te gusta que te coman el culo, zorra?
Mintió.
-No.
El maromo la nalgueó con más fuerza con sus manoplas.
Minutos más tarde le volvió a dar la vuelta y le comió el coño.
-¿Y ahora te gusta, putilla?
Volvió a mentir.
-No.
-Ya, y estás tan mojada porque te vienes de bañar del estanque del parque. ¡Jodida mentirosa!
-Bueno, sí, me gusta. No soy de piedra, soy una mujer ...