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Pichi
Fecha: 15/01/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... durísima, me penetraba con violencia hasta el fondo, pasando después a una desesperante lentitud que casi le sacaba de dentro, para proceder a nuevas penetraciones duras y profundas. Aquel erótico juego duró media hora, hasta que el bombeo repetido de su miembro y en continuidad, me hizo sentir el calor de su eyaculación, que parecía no terminar, acompañada de un rio de su orina caliente que me provocó a mí también otra eyaculación. Volvimos a meternos en el rio y a los diez minutos estábamos otra vez “parados” pidiéndome repetir su “hazaña”. Lo que lógicamente facilité, aunque esta vez cambiamos la postura sentándome sobre su miembro hendido hasta lo más profundo, mientras con su mano me pajeaba con suavidad. Estaba segunda vez, debió ser por nuestro relajo anterior, duró tanto que miraba una y otra vez mi reloj, aunque sin cansarme el ejercicio, temiendo que acabara y con curiosidad por saber la duración que tendríamos. La sorpresa mía, fue cuando sacándola, se voltea y me pide que le penetre yo, pero con mucho cuidado. Con su cuerpo en cuatro patas, me ayuda a colocársela a punto e inicio con delicadeza una penetración, hasta que me pide que lo haga más duro. Ya la tenía por la mitad cuando agarrándome con fuerza con una mano me empuja para que se la meta más, cosa que le complazco, arrojando dentro un chorro abundante. Cuando creía que terminaba la fiesta, sus manos estrechan mi cabeza invitándome a hacerle una felación que practico con deseo, y que es recompensada en diez minutos con nueva inyección de un dulce esperma que resbala por mi boca. Fue sin duda uno de los recuerdos más emocionantes de aquel campamento.