cuando menos lo imagine
Fecha: 06/07/2017,
Categorías:
Dominación / BDSM
Autor: wastedLalo, Fuente: SexoSinTabues
―¡Luna! ¡Ven aquí, esclava! – llamó onyx – ¡Ven inmediatamente! La Blanquita se volvió y caminó hasta donde se encontraba recostado en el sofá el amito, el cruel amo. Lorencito, diez añitos recién cumplidos, agitó los dedos de sus pies descalzos frente a la cara de Luna que ya se había arrodillado. ―¡Lame esclava, lámeme los dedos de los pies! – ordenó el niño. ―Sí amo. Luna sacó la lengua y la pasó por las finas, delicadas y olorosas yemas de los dedos de los pies de su joven pero no por ello menos cruel amito. ―¡Eres una estúpida y tonta! ―Sí amo. Onyx separó los dedos de los pies. ―¡Lame, lámeme entre los dedos,! Luna obedeció. Su lengua se llevó los restos sebáceos que habitaban entre los desaseados y hediondos pies de onyx . El amito disfrutaba humillando a su esclava. Lala era una niña de su misma edad. En realidad era la esclava sufredolor de Lorencito, al que le gustaba pisar las uñas de las manitas hasta que se le caían. La señora, la mamá de Lorenzo, le regaló a Luna cuando el niño cumplió los cuatro años. ―Toma, esta blanquita es para ti, Onyx para que te diviertas con ella. puedes hacerle lo que quieras, no tengas miedo de hacerle daño. es toda tuya. ―¿Puedo pegarla, mami? – preguntó Onyx excitado. ―Pues claro, cielo mío, todo lo que quieras. Ya te he dicho que es tuya, para que te diviertas con ella. Si te divierte golpearla, pues golpéala. para eso está, vida mía. es tu sufredolor. Lo único que te pido es que cuando le pegues, si yo estoy cerca, la ...
... amordaces. ya sabes que me molesta mucho escuchar los alaridos de las esclavas cuando las castigan. ―¡Sí mamá. Si quieres puedo coserle los labios antes de pegarla! Desde ese día, y ya lleva seis años, Luna se había convertido en la sufredolor, en la quitanervios de Onyx . Laurita, la hermana de Lorencito, una niña de doce años, también tenía a su propia sufredolor, su muñequita humana, Muchas veces Laurita y su hermano Lorencito rivalizaban en ver cual de los dos era capaz de hacer llorar durante más tiempo a su esclava. Laurita también se comprometió con su madre a coser los labios de su sufredolor cuando fuera a hacerle mucho daño, detalle que satisfizo enormemente a la señora que se dijo que tenía unos hijos muy atentos, que eran muy considerados con sus jaquecas que siempre se agravaban cuando escuchaba los alaridos de los esclavos al ser torturados. Laurita entró en el salón donde su hermanito se hallaba recostado. En esos momentos el niño se había levantado el extremo de su camiseta, única prenda que vestía y se acarició la polla. A Lorencito, que Luna le lamiera los pies le ponía cachondo y le excitaba la líbido. ―¡Ven Luna . deja ya de chuparme los dedos de los pies, que chuparás otra cosa con sustancia! – le dijo maliciosamente soltando una risita cruel. Luna obedeció, como siempre para no incurrir en la ira de su amito. Aunque a veces ni obedeciendo sus caprichosas órdenes evitaba que la golpease. Luna tomó entre sus manitas el nada despreciable miembro de su amo y se lo ...