El Vecino Ruidoso Cap. I
Fecha: 03/04/2021,
Categorías:
Bisexuales
Tus Relatos
Autor: Cachopo, Fuente: Relatos-Eroticos-Club-X
... pasaba el día durmiendo… Yo decidí coger mi taza de ColaCao e irme al salón. La discusión siguió un rato, desde hacía tiempo era lo normal el poco tiempo que pasaban juntos. Aquellas riñas eran diarias y retrasmitidas a gritos para el resto de vecinos, incluso para la zorra de la vecina de abajo y su marido calzonazos.
Mi padre llegó al salón todavía en gayumbos, su empalme había bajado un poco, pero se le marcaba perfectamente en los holgados Abanderado blancos que siempre llevaba. Tras poner el partido de baloncesto en la televisión, se giró y me dijo:
- Hijo, ¿sabes porque las mujeres discuten tanto con sus maridos? – No le respondí, solo miré como se rascaba los huevos y se olía la mano con naturalidad. Puso cierta cara de placer al recibir ese estimulo olfativo. – Para no follar… así de simple. Tú te preguntarás en su momento ¿qué ha pasado?, ¿por qué discutimos tanto?... Pero la respuesta es muy fácil. Para no follar. – Casi deletreó.
Yo no respondí y el me ignoró al no recibir respuesta. La comunicación nunca fue fluida entre nosotros. Y es que mi padre no fue nunca de conversaciones, era más bien de afirmaciones. Creo que él pensaba que yo lo ignoraba, pero recordaba cada una de sus palabras, casi a diario desde que nació mi hijo. En cierto modo extrañaba a ese padre putero que odié durante años.
Como podéis ver me casé joven, para lo que es habitual en la actualidad, empujado por el conservadurismo de la familia de mi mujer y fomentado ...
... por escapar de la casa de mi amargada madre. Ahora vivo en la típica urbanización de nueva construcción de las afueras de Madrid, con su piscina y parque infantil dentro de las instalaciones comunes. Una urbanización preparada para tener dos o tres hijos, en el que todas las parejas parecemos clones. Todos rondamos la treintena, con uno o varios hijos pequeños o en camino de tenerlos. Un sitio que cada vez me deprimía más. Aunque todo pareciese genial, yo cada día era más infeliz.
Mi matrimonio no es el único que funciona mal en aquel extraño ecosistema en el que nos habíamos recluido voluntariamente. No era un consuelo, pero allí encontré la solidaridad de un par de vecinos camaradas en la misma situación que yo. Nos llamamos camaradas porque el racionamiento de sexo une más que el ideario comunista. Ellos están casi tan amargados como yo, los tres nos matándonos a pajas como quinceañeros. Aunque yo creo que soy el caso más extremo, ellos al menos follan de vez en cuando. Yo les miento por vergüenza, y creen que algún polvo he echado en los últimos meses.
El único que no encaja en el perfil de parejas clónicas de la urbanización es mi vecino de enfrente. La urbanización está formada por diez pequeños edificios unidos en forma de manzana. Cada edificio es de tres alturas y solo dos vecinos por planta. El chico con el que compartimos rellano es un tío de unos treinta años, aunque aparenta ser más joven ya que es casi imberbe y bastante menudo. Pasaría desapercibido en ...