Mi cuñada Monis
Fecha: 29/01/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
Mi cuñada Monis
Hola, mi nombre es Aldot, tengo 37 años y soy actualmente un empresario radicado al norte de la Ciudad de México. Soy un hombre felizmente casado durante 12 años, con una mujer excepcional de nombre Lucy, y dos pequeños hijos de 10 y 7 años respectivamente. Mi esposa es la tercera de cuatro hermanos; el hermano mayor de nombre Javier, está casado con una mujer algunos años menor que él, actualmente tiene 30 años de nombre Mónica. Monis es una mujer esbelta, de tez morena y con una coquetería y sensualidad que es muy natural.
No se desde que momento, pero cuando lo note ya mantenía una gran atracción hacia Monis, en mucho debido a su trato hacia mí y a su inusual sensualidad, pero sobre todo porque siempre ha mantenido una relación tormentosa con mi cuñado, por lo que me causa cierta compasión, compasión que fue transformándose en pasional atracción.
Regularmente en reuniones familiares teníamos cierto contacto, pero creo que fue mutua la atracción que fue creciendo entre nosotros.
Un día por fin me decidí a llamarle telefónicamente, y empecé a entablar una comunicación a escondidas de todos; finalmente por fin propusimos vernos en secreto.
El día que finalmente nos encontramos, por fin nos besamos de la forma más tierna que se puede imaginar.
La segunda ocasión que nos encontramos, fue una tarde en mi casa, mientras mi esposa llevaba a mis hijos a sus actividades deportivas. Llego vestida en una falda corta y medias negras (con lo que me ...
... excitan las medias negras). Pasó a mi casa y la recibí con bella y romántica música de los años 60’s. La tome entre mis brazos, sintiendo como temblaba de nerviosismo, sorprendentemente también yo temblaba, fue entonces que nos besamos, nuestras lenguas se entrecruzaban y confundían como si fueran serpientes en apareo.
Delicadamente la liberé de sus ropas dejando al descubierto su hermosísima y delicada lencería negra, que cubrían esos pequeños y delicados senos, así también se dejaban mostrar algunos vellos púbicos de entre la diminuta tanga; empecé a besar cada rincón y resquicio de su cuerpo, encontrando finalmente mi lengua la humedad de sus labios vaginales, humedecidos exquisitamente con ricos y aromáticos jugos de excitación. Ya tremendamente excitada, Monis me despojó de todas mis ropas, para apoderarse apresudaramente de mi pene, ofreciéndome el mejor amor oral jamás recibido.
Antes de mi eyaculación, rodeada de un inmenso placer, la recosté en el sillón de mi sala, para después penetrarla; no recuerdo exactamente cuanto tiempo paso ni cuantas posiciones experimentamos, lo único que recuerdo es nuestro acompasar rítmico y sudoroso que poco a poco se transformaba en una desesperación que derivó en gritos y gemidos para llegar juntos al más inigualable clímax jamás experimentado. Después de algunos minutos de reposo, repetimos nuestra osadía para terminar exactos pero plenamente satisfechos de placer y gozo.
Después de esta ocasión no desperdiciamos oportunidad ...