1. Mi adolescencia: Capítulo 37


    Fecha: 12/02/2018, Categorías: Grandes Relatos, Autor: Adolescente, Fuente: CuentoRelatos

    Esa felación fue una reacción totalmente instintiva y visceral. Ni siquiera pensé en lo que hacía. Fue mi propio cuerpo y mi propia boca la que se movía por sí sola. Era la primera felación que le hacía a un chico en mi vida (de hecho, hasta ese momento jamás se me pasó por la cabeza hacer eso ni al chico más maravilloso y guapo del mundo) y sin embargo ahora estaba disfrutando proporcionando tantísimo placer, goce, satisfacción y deleitación a Iñigo. Ni recuerdo lo que hice. Solo quería comerla bien, chupársela bien y que él sintiera aunque fuese una milésima parte de lo que había sentido yo unos momentos antes. Sinceramente no sé cuánto estuve así, no sé si fue mucho o poco, solo sé que de repente él se sacó el pene de mi boca, y comentó algo así como “ahora sí que estás ya preparada del todo” y acto seguido me introdujo su pene erecto en mi vagina, me penetró, aunque estaba yo tan excitadísima, húmeda y abierta que ni me enteré de la penetración aunque se hubiese tratado del pene más grande y gordo del mundo. En esos momentos la expresión: “follar como leones” cobró todo el sentido para mí pues fue una embestida tras otra a un ritmo frenético y ansioso, como si quisiéramos ambos culminar lo antes posible todo el deseo acumulado en las últimas horas y el anhelo del uno por el otro. Por fin estábamos follando Iñigo y yo. Era nuestra primera vez juntos y no podía pedir que hubiese sido más perfecto, pues fue tal la excitación saciada que, cuando me quise dar cuenta, estaba ...
    ... yo muy húmeda eyaculando y de nuevo tuve otro orgasmo que tuve que ahogar para que mi madre no nos oyera.
    
    No creo que fuese mucho el tiempo que nos tiramos haciéndolo, solo sé que vibramos y sudamos muchísimo, con verdadera furia y pasión. De repente, paró en seco, se salió de mi entrepierna y dijo: “vamos a rematarlo bien del todo”, y volvió a meterme su pene dentro de mi boca. Me cogió de la mandíbula y empezó a masturbarse el pene mientras yo se lo comía sumisamente. En ningún momento me pareció eso denigrante y humillante como mujer, pues yo estaba disfrutando tanto como él, me gustaba hacérselo y, aunque me había jurado que jamás en mi vida le haría eso a un chico, ahí me encontraba haciéndose de nuevo a Iñigo por segunda vez en menos de media hora. Y es que cuando todo es tan sensual, morboso y excitante el cuerpo te pide y te suplica hacer todas estas cosas, y te parecen maravillosas y sexualmente geniales, tanto para él como para mí. Aunque lo que no me gustó nada, absolutamente nada, es que no pudo evitar correrse dentro de mi boca, pues cuando intentó salirse ya era demasiado tarde y casi todo cayó dentro de mi garganta o por mis labios. Eso me cabreó un poco. Pero estaba tan extasiada, extenuada y derrotada por todo esto que durante 10 minutos me quedé adormilada y atolondrada. Solo al cabo de esos 10 minutos tomé conciencia de todo lo que había pasado y de un sobresalto muy nerviosa me incorpore de la cama diciendo: “joder, que mi madre está en casa, joder, ...
«123»