Una escritora y su relato
Fecha: 09/07/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: Iria, Fuente: CuentoRelatos
Era un jueves por la mañana. Me senté delante del ordenador dispuesta a seguir escribiendo el libro que le había prometido a mi editor hacía tres meses escasos.
Debía tenerlo terminado dentro de otros tres meses, y mi ritmo, más o menos diario, hacía que el libro estuviera ya cerca del final.
Todavía no tenía pensado el título. No sabía si llamarlo 'Erotismo en estado puro' o 'El sexo de Bibianne'. El caso es que estaba dispuesta a terminarlo cuanto antes, y así cobrar una pequeña prima que tenía por rapidez.
Estaba segura de que el "calentorro" de mi editor le pondría un título acorde con el contenido de mi novela.
A media mañana, el hambre me levantó de mi asiento, dirigiéndome a la cocina. Cogí una manzana y empecé a comerla pensando en lo que escribía. Tenía en la mente la imagen de mi apuesto pero maduro protagonista, tumbado sobre la espalda de una bella chica y de su apartamento, follándola lentamente por su estrecho culito. Venía con precisión increíble, como hacia fuerza con sus riñones hacia abajo, proporcionando a la joven una penetración larga y poderosa.
Y aquella imagen empezaba a proporcionarme una pequeña excitación. Normalmente no solía excitarme con lo que escribía, o por lo menos con lo que escribía normalmente. Me dirigí delante del ordenador, y retrocediendo hacia atrás, pude ver que había escrito doce páginas. Aquello me llenó de orgullo, pues era más de lo que solía escribir a diario. Quizá por eso ahora estaba más excitada de lo ...
... normal.
Me senté delante del teclado, dejé la manzana y me quedé pensativa mirando la pantalla. Miré las letras detenidamente, y leí despacio lo que había escrito.
En cuanto leí cinco párrafos, noté que mi sexo empezaba a humedecerse, sabía que si seguía leyendo, pronto no me quedaría otro remedio que masturbarme.
Y seguí leyendo... "la preciosa rubia seguía su trabajo con la polla del dueño del edificio."
La chupaba desde la base, la apretaba, y continuaba subiendo hasta llegar a la punta, en la cual se recreaba en el enorme y colorado glande que coronaba aquella obra maestra de órgano sexual.
Mientras, el vecino, estaba gozando de su caliente y dulce coñito...
Ahora sí que estaba excitaba.
Sabía que mis braguitas estarían algo manchadas tras leer lo que había escrito. Me recliné hacia atrás y desabroché el botón de los vaqueros.
Introduje mi mano derecha lentamente. Primero pasé por mi vulva, perfectamente depilada, y continué hasta llegar a la apertura de mi sexo.
Noté la humedad. Introduje ligeramente las yemas de mis dedos y los pringué de mis jugos. Saqué la mano y los olí. Olían a sexo. Froté hasta hacer que la humedad desapareciese e introduje de nuevo la mano en los pantalones.
Ahora metí mis dedos más hacia dentro, y me recreé en la sensación de mis jugos en mis muslos. Intenté meter la otra mano pero no podía. Así que me desnudé frente al ordenador.
Ahora podía admirar a la perfección mi cuerpo desnudo, pero me concentré en mi vulva. Llevé ...