1. El nalgoncito de 11 años


    Fecha: 22/02/2018, Categorías: Gays Autor: natzareno, Fuente: SexoSinTabues

    ... en “alquilarse” con hombres grandes a cambio de una buena suma de dinero. Pues son los adultos quienes pagarían una fortuna por acostarse con un niño de 11 años, y más con las características de Santiago. Él sí lo valía, con cara simpática y voz de ángel, acompañado del cuerpo arriba comentado. “¿Quieres que te enseñe lo que debes hacer?” Le pregunté con algo de impaciencia frente al silencio que se había generado”. “Bien…” Me dijo más sonrojado que antes. Yo sentía como que él quería lo que venía (me salió una rima). Pero como que no se animaba, evidentemente estaba tímido. Posiblemente era su primera vez, no le quise preguntar. “Acércate más, quítate la toalla” Le dije mientras me sentaba un poco más al borde del sofá y abría más las piernas para que él se pare en el medio. “Dale, sin miedo…” Lo animé ante su timidez. “Primero te enseñaré lo que tienes que hacer, luego tú me lo harás a mí… ¿De acuerdo?” Le expliqué. “Si…” Se notaba a leguas que estaba muy tímido, pero como no se negaba era claro que quería experimentar. Coloqué mis manos en los costados de su cadera, ya sin la toalla y completamente desnudo. El tacto de mis manos con la suave piel de sus caderas, y estar en contacto directo con sus nalgas era la gloria. Tenía frente a mí ese pene que dormido era de un 5 o 6 cm, pero erecto alcanzaba tranquilamente los 10 o 11 cm. Un manjar, con esos huevitos aún rosados, todo lampiño. Comencé a darle besos en el pubis, sentí como Santi se sonreía, mezcla entre nervios y ...
    ... timidez. Me encantaba la suave piel que tenía, el aroma a jabón pues recién nos habíamos bañado juntos. Pasé una de mis manos entre sus piernas, comencé a acariciar el caminito entre su ano y sus huevitos. Al mismo tiempo que con mi otra mano le recorría toda su espalda hasta llegar a sus preciosas nalgas. Mi boca ya estaba lamiendo su hermoso pene que todavía no había abierto del todo el prepucio. Apenas se asomaba su rosadito glande. Yo ya no lamí, sino que succionaba. Me encantaba el gusto que sentía. Santi ahora respiraba fuerte, se había dejado de sonreír y trataba de mirar lo que hacía yo con mi boca en su penecillo, pero la situación no lo dejaba; pues ponía sus ojos en blanco cada tanto. Van a tener que imaginar ustedes cómo se la mamé a aquel chaval, mis manos ya se habían concentrado en su culito. Mientras yo se la mamaba, con una mano le separaba las nalgas y con la otra jugaba con su hoyito. Solo tocaba, todavía no era el momento para penetrarlo. Miré hacia el reloj de la pared, eran las 16:35 hs. El tiempo volaba, me puse de pie y le pedí que se acueste en el sofá. Me coloqué de rodillas a sus pies, le pedí que se tenga las rodillas para mantener sus piernas en el aire. ¡No puedo describirles la imagen que tenía, me sentía en el cielo! Santi accedía a todo lo que le decía, era sumiso completamente. Me estaba regalando una visión única. Sin perder más tiempo, comencé a lamer su ano, él sonreía o gemía, no lo sé. Lo cierto es que “me comí ese bombón”, mordía con mis ...
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