Los amigos de mi mujer (2) Carlo
Fecha: 26/02/2018,
Categorías:
Intercambios
Autor: komo, Fuente: CuentoRelatos
Nunca imaginé que podría disfrutar tanto del sexo, y todo, gracias a los amigos de mi mujer…
Pasaba ya el reloj de las ocho y media de la tarde, cuando desperté.
-Amor, despierta… son casi las nueve… vámonos a cenar, tengo hambre.
Rápidamente, nos duchamos y tras vestirnos, salimos al pasillo para tomar el ascensor y bajar al restaurante.
Cuando las puertas de la cabina se abrieron, una pareja se hallaba en su interior. Los ojos de mi mujer, se abrieron desmesuradamente, a la vez que exclamó:
¡Carlo… qué sorpresa…!
¡Marta…! ¡Cuánto tiempo…!
Se besaron efusivamente, mientras su pareja, y yo, nos miramos un tanto extrañados.
Entonces caí en la cuenta, de que tenía el mismo nombre que Marta había puesto al primer juguete…
-Os presentaré… -dijo Carlo- Esta es Nani, mi esposa. Ella es Marta, una buena amiga de los tiempos de estudiantes.
Ellas se dieron dos besos, y seguidamente, Marta me presentó a Carlo, y éste, a su esposa.
-Desde luego, hace mucho tiempo que no nos veíamos… casi desde la Universidad. Ni siquiera sabía que te habías casado, -dijo Marta.
-Es cierto… en cuanto a Nani,… nos casamos hace ya unos meses.
Disimuladamente, a través de los espejos de la cabina, observé a Nani. Era muy guapa. Y joven. Debía tener unos veinticinco años, estatura como Marta, y figura, no tan generosa como mi mujer, pero, con todo lo que hay que tener: piel clara y tersa, cabello rubio y corto, una cara bonita, destacando unos labios carnosos, ...
... repletos de promesas, dientes de anuncio, bonitos pechos, que se adivinaban a través de la camiseta que vestía, culito redondo, con hermosos cachetes, que se dejaban dibujar en sus ajustados jeans, y, un grande y hermoso chochito, que también los jeans se estaban encargando de estrangular, por lo marcado que se notaba.
Me sonrió, y acercando su mejilla me besó con cortesía. La proximidad de su piel, me electrizó. Su perfume embriagó mis sentidos. Desde ese momento, la deseé, y traté de imaginar sus dotes como compañera de cama,.. ¿Cómo sería de fogosa…?
Mientras el ascensor bajaba hasta la planta del restaurante, Marta y Carlo charlaban animadamente. Nani me sonrió, y después de corresponder a su sonrisa, mi imaginación se puso en marcha, y, en lo que duró el descenso, pude recrearme en sus turgentes pechos, en su culito redondo, en su marcada cintura, en sus muslos ceñidos por los jeans, que dejaban adivinar una carnosa entrepierna… de infarto… ¿Lo tendría depilado?... Habría apostado a que sí…
Salimos de la cabina, y dije: Para celebrar este reencuentro, permitidme que os invite a cenar. ¿Queréis acompañarnos?
-¡Claro… cómo no!... Pero invito yo…-dijo Carlo-
Tomamos asiento en una mesa cuadrada, discretamente situada tras una columna del restaurante. Marta y Carlo continuaban charlando de sus tiempos de estudiantes, así que, tuve que improvisar la conversación con Nani:
-Dime, Nani… ¿qué tal os va de casados? –La pregunta era casi retórica, pero me sorprendió su ...