1. Memorias de un solterón


    Fecha: 03/03/2018, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... páncreas, nada más. Aguantó aún vivo algo menos de un año, durante el cual él bajaba casi todas las tardes y muchas mañanas, ya a última hora, a sentarse en la plaza esa a la que daba nuestro edificio, siempre con su mujer al lado, toda solícita, pendiente de él, pero tratando también de ser lo más animosa posible, de levantarle el ánimo, cosa que pocas, poquísimas veces lograba. Yo, cuando al llegar de trabajar, sobre las cinco, cinco y pico de la tarde, les veía allí, en la plaza, sentados a un banco, solía acercarme a ellos, sentarme con ellos, al lado de él siempre, y allí me pasaba la tarde, charlando, de las cosas más intrascendentes que puedan darse, buscando siempre alegrarle a él con mi cháchara insulsa, pero un tanto alegre, chistosa, con lo que, a veces hasta lograba arrancarle a él alguna sonrisa que otra…hasta, incluso, hacerle reír de vez en cuando. Fue entonces cuando, realmente, más la traté a ella, pues no se mantenía ajena a la conversación, a lo que hablaba, hablábamos, sino participaba en ello
    
    Y así, hasta que, finalmente, el cáncer se llevó al que, sin duda alguna, fue el gran, el único amigo de mi vida. Yo, la verdad, ni me enteré, de momento, de su fallecimiento; simplemente, desde algo más de un mes antes del triste desenlace de lo de mi amigo, unas cinco, seis semanas precedentes a conocer yo la fatal noticia, dejé de verlos a ellos, a los dos, mi amigo Antonio y su mujer, Mari Carmen, hasta que, al fin, n día coincidí con ella en el portal, ...
    ... salí del ascensor y casi me di de bruces con ella; como es lógico, lo primero que hice fue preguntarle por él, mi amigo, su marido, y fue entonces cuando me enteré de su muerte, cando ella me dijo que hacía ya algo más de una semana que le habían enterrado… Yo, como fácil será imaginar, me quedé de piedra al oír la nueva, casi sin saber qué decir, para enseguida pedirle disculpas, excusándome con lo de llevar mes y medio sin saber nada de ellos dos; fue entonces cuando Carmen me dijo que hacia el mes antes de la muerte, él se puso mucho peor, de modo que lo llevó a Urgencias del hospital y allí ya se quedó hasta el final de todo. Incluso, me pidió perdón por no acordarse d mí en aquellos tistes momentos, pero que no lo pensó y por eso no me avisó de su muerte y entierro… Bueno, es que no lo participó a nadie del edificio, los vecinos más próximos… Ella no quería a extraños en el entierro de su marido, y, para ella, la comunidad entera del edificio era ente extraña…
    
    Yo le testimonié mi franco pesar por el hecho
    
    –De verdad, Carmen, que lo siento; no son palabras hueras, que se dicen por etiqueta, por educación y tal, sino, de verdad, muy sentidas, pues yo le quería; le quería a mi tocayo y amigo, muy a las veras… Verás, creo que es el único amigo, de verdad, que en mi vida he tenido… Y sí, le apreciaba mucho…pero mucho… Puedes creerlo
    
    –Lo sé Antonio; lo sé… Y, que no le quepa la menor duda, de que él le correspondía en la misma medida… También él le apreciaba, le quería ...
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