Sola (una noche de verano)
Fecha: 06/03/2018,
Categorías:
Masturbación
Autor: roura92, Fuente: SexoSinTabues
... trabajando a base de apretar y de moverse arriba y abajo, fuera. Mucho rato, hasta que el interior pida a gritos su ración de cariños. Ya no puedo más, dos dedos de la mano izquierda se han metido entre los labios menores, los otros dos ayudan a encontrar un camino entre ellos, hay una cueva, van a quedarse en la parte más sensible, la más exterior. La otra mano sube por la rendija, en dirección al vientre, allá encuentra algo abultado, que antes no estaba así. Uy… cuando toca la punta es como una descarga eléctrica, no lo puedo aguantar. Voy a subir un poco más, hasta llegar a una zona que sí pueda resistir. Cambio la posición del cuerpo, ahora me coloco estirada en la cama boca arriba, algo arqueada con un cojín grande bajo las nalgas para estar más cómoda y acceder con más facilidad, las piernas continúan separadas, pero no tanto como para sentirse incómodas, el movimiento de los dedos es mínimo, pero cada vez me hace temblar más. Es un rozamiento mínimo pero constante, siguiendo así, pronto estallaré. Pero no, quiero hacerlo más largo, mucho más. El placer no es solo el estallido final, sino todo el recorrido hasta llegar, la promesa de que será un largo recorrido que irá acumulando puntos en el haber preorgásmico. Dentro de los muslos empiezo a notar, primero un calorcito, y luego un fuego que lentamente se va extendiendo y subiendo; cuando llegue a donde tengo los dedos sé que va a estallar, pero cuando casi lo hace, me detengo un rato sin mover las manos. Ahora, nada ...
... en movimiento estimula nada en la vulva, inmovilidad hasta que el fuego de los muslos se calme. Ya se ha enfriado un poco, voy a mover dedos otra vez; igual de suave, igual o más de lento. El fuego interior vuelve a aumentar de temperatura. Lentamente, el calor avanza hasta cerca del punto de no retorno. Otra vez inmóvil. Cuento hasta treinta lentamente y vuelvo a empezar. Una y otra vez. La sensación de límite me enloquece, pero la controlo, la parada justo cuando algo se contrae dentro de mí, es maravillosa, en el tiempo de espera algo interior se repliega para tomar fuerzas para un nuevo embate de placer. Cada vez me cuesta menos rato llegar al punto del estallido, lo deseo tanto, pero me obligo porqué sé lo que vendrá aun será más fuerte, y sé que cada vez que me acerco voy a gozar de unos segundos de placer intenso sin hacer nada, justo durante el tiempo de inmovilidad y relajación. Y si este placer lo puedo tener treinta veces, es mejor que tenerlo solo diez. Al fin, con muy pocas estimulaciones de los dedos estoy a punto del clímax. Otra vez quieta, treinta segundos en los que el fuego interior, esta vez, en vez de apagarse se está moviendo solo hacia sitios más íntimos. Continuo con los dedos ya no les puedo mandar pararse, voy a explotar, pero como último recurso, relajo los muslos y las nalgas para retardar lo inevitable. No, veo que no va a ser suficiente, sin hacer nada me vendría el orgasmo en segundos. No me voy a parar, los deditos van a continuar, sumando con ...