1. Espiada por su placer


    Fecha: 09/03/2018, Categorías: Voyerismo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... lujuria bestial.
    
    Metes y sacas tus dedos de mi coño de tal manera que no sé si son dos, tres o más, pero que vibraciones me haces tener dentro de mi coño.
    
    Y vuelvo a oír tu voz que me pone perra perdida:
    
    — ¿Quieres la mano entera o prefieres que te robe unos orgasmos más?
    
    Sabes hacer que me vuelva loca solo con tus preguntas.
    
    No te respondo.
    
    Me bajo la braguita.
    
    Abro mis piernas.
    
    Mis manos tocan mis pezones duros.
    
    Te dejo que me folles con lo que te dé la gana.
    
    Tus dedos ya son cuatro.
    
    Joder, me estas follando y aún no te he mamado lo que luego quiero que me folle de verdad.
    
    Mi cuerpo con cuatro dedos ya empieza a temblar.
    
    No voy a poder aguantar más y lo sabes.
    
    Cuatro son el clímax de mi orgasmo.
    
    Me agarras de una de mis tetas, la exprimes.
    
    Aceleras las metidas de tus cuatro dedos, tanto que ahora si, lo siento, me meoooooo.
    
    Y de mi coño sale un chorro.
    
    Te ríes.
    
    Lo has conseguido.
    
    Otra vez.
    
    Sacas tus cuatro dedos de mi coño, encharcado, mojado, corrido.
    
    Te los llevas a tu boca, los chupas, los relames.
    
    Me miras.
    
    Te miro toda agitada y temblorosa por ese orgasmo que me has robado como solo tú sabes.
    
    Me dices:
    
    — Pero que zorra eres, mira que te gustan mis dedos dentro de tu coño.
    
    Ahora si te respondo intentando recuperar mi respiración agitada por ese bestial orgasmo:
    
    — Perdona, pero no soy una zorra. Soy tu zorra. Tú, mi cabrón.
    
    Y me respondes casi riéndote del placer que siempre me das:
    
    — Sabes que solo soy cabrón para ti, cuando tú sacas la zorra que llevas dentro.
    
    — Ahora te dejo solo cinco segundo para que te recuperes, que quiero tragarme tus orgasmos que tienes saliendo de tu coño, para que así empecemos a jugar.
    
    — Hoy toca…
    
    No te dejo que lo digas, quiero que lo hagas.
    
    Te alzo mis piernas, abiertas, quiero que me comas, como sabes hacerlo, y que tengas mi miel en tu boca, en tu perilla, para luego, cabalgar tu polla toda la noche.
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