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El calenturiento embarazo de Rosa
Fecha: 10/03/2018, Categorías: Incesto Autor: xmysk, Fuente: SexoSinTabues
... opuesta tal y como a ella le gustaba. Subió su camisón arrollándolo entorno a su prominente barriga y doblando los rodillas separó sus piernas dejando totalmente expuesto frente al espejo su peludo y caliente coño. -Joder Rosa, deberías hacer un pensamiento y depilarte el chocho que ya toca. - Pensó para si mientras acariciaba sus labios mayores notando claramente la humedad que ya encharcaba su sexo expectante ante el inminente festín vegetariano. Rosa se mordía el labio inferior y acariciaba sus prominentes tetas de embarazada con una mano mientras con la otra estimulaba su excitado clítoris que crecía por momentos. Se masturbo durante algunos minutos contemplándose en el espejo hasta que cercana ya al orgasmo decidió reservar este placer para más tarde manteniendo su excitación por todo lo alto. Llevó su mano a un lado y tomando uno de los preservativos rasgó el envoltorio, luego tomó el pepino cuidadosamente seleccionado, lo enfundó en el condón e hizo un nudo en este de forma que no se saliese y quedase bien tirante. Muchas otras veces había prescindido del uso del profiláctico, pero desde que estaba embarazada su precaución era extrema y además había descubierto que con su uso obtenía una agradable lubricación extra. Rosa imaginó que aquel pepino era un vigoroso rabo y lo llevó a su boca para rodearlo con los labios como si de un glande hinchado por la sangre se tratase. Mientras con la mano libre soltaba los botones de su camisón liberando y sacando sus gordas tetas ...
... para a continuación, sujetando el fruto con su boca, situarlo entre estas y aprisionarlo ayudada por sus manos. Aquel afortunado vegetal estaba disfrutando de una gloriosa cubana y una mamada al mismo tiempo y Rosa se sentía cada vez más cachonda sintiendo como la humedad comenzaba a deslizarse por sus muslos. Pellizcaba sus gordos y erectos pezones a la vez que imprimía un ligero movimiento de vaivén en sus tetas, encargadas a su vez de trasmitir el movimiento al pepino que se deslizaba por su boca. Pronto sintió la necesidad de volver a atender a su caliente coño y tomando el pepino lo llevó a su entrepierna comenzando a deslizarlo entre sus hinchados labios mayores. Poco a poco el aventurero vegetal se adentró en aquella húmeda y oscura gruta provocando oleadas de placer a Rosa, que aceleraba y enlentecía el ritmo de las penetraciones a su antojo obteniendo así el máximo deleite. Su sexo cada vez producía más y más flujo que era arrastrado hacia fuera cada vez que el pepino se retiraba, de manera que resbalaba por su entrepierna humedeciendo la raja de su culo. Rosa pensó entonces en aquel amable vejete que el día anterior había seleccionado precisamente el mismísimo pepino que ahora tenía entre sus piernas y se preguntó que pesaría el buen hombre si supiese donde había terminada su pepino. Imaginó que probablemente el pobre abuelo habría terminado teniendo que visitar el hospital con una taquicardia como mínimo y con aquellos pensamientos se corrió por primera vez. Una vez ...