1. Nuestra soledad nos traiciona (2ª parte)


    Fecha: 20/03/2018, Categorías: Incesto Autor: stukka15, Fuente: CuentoRelatos

    ... dormía.
    
    Intrigado, cerré los ojos y fingí dormir mientras Sandra se acostaba a mi lado, pero la verdad estaba expectante de lo que pudiera ocurrir. Nada paso, perdí el conocimiento ya tarde y me levante como a las diez de la mañana; por fortuna era domingo.
    
    Medio dormido, y tambaleante busque a Sandra y la encontré en la mini cocina, lavando unas frutas. Usaba una de esas blusas a la mitad a las que llaman ombligueras, era de color blanco, además llevaba un short muy pequeño y ajustado del mismo color, que al transparentarse mostraba la su pequeño bikini debajo, también blanco.
    
    Me acerque a ella un poco más despierto y fingí estar modorro y soñoliento. La abrace por atrás y coloque mis manos en su cintura, recargue mi cachete izquierdo en su nuca y le hable imitando alguien modorro.
    
    ― ¿Dormiste bien?
    
    ― Sí.
    
    ― ¿Qué te sucedió anoche?, ¿te sentías mal?
    
    ― Me sentía algo extraña. De hecho aún me siento así.
    
    ― ¿Quieres ver un doctor?
    
    ― No, no es necesario, no me duele nada.
    
    ― Posiblemente te quiera dar gripa, ya sabes que el cuerpo se siente extraño un poco antes de que te pegue.
    
    ― No es eso.
    
    Enderece mi cabeza sin soltar su cintura, mientras pensaba que trataba de decir, Sandra detuvo lo que hacía y se quedó como paralizada.
    
    ― ¿Estás preocupada por mamá?, si quieres háblale y estarás más tranquila.
    
    ― No Toño… solo quería estar cerca de ti.
    
    Sin más entendí que después de nuestra travesura erótica, ambos queríamos estar cerca, tocarnos y ...
    ... revivir esa magia entre nosotros pero, ¿cómo hacerlo?, ¿quién daría el primer paso en ese nuevo camino?, ¿cuándo sería?
    
    Sin meditarlo mucho, acaricie levemente su cintura y recorrí su vientre jugueteando con su desnudo ombligo sin poder verlo, pues estaba de espaldas a mí. Sus manos se posaron en las mías, me acariciaban, me consentían. Recargue de nuevo mi cabeza en su nuca y disfrute de acariciar su vientre, pero no me atreví a nada más. Su perfume me encanta, es suave pero delicioso.
    
    Estuvimos así por un interminable momento cuando decidí soltarla para acariciar su pelo. La despeine como hacia siempre jugando, bese su mejilla dulcemente y la abrace más fuerte que antes besando traviesa mente su mejilla. Al mirar hacia abajo note la parte superior de sus senos, dibujar esa hermosa separación entre ellos, note que no usaba sostén pero nada más pude ver.
    
    Finalmente pensé que estaba apenada y la solté, me aparte y me recargue de espaldas a la barra, junto a ella. Me miro y sonrió, de nuevo se sonrojaba. Volvió a sonreír y me abrazó recargando su cabeza en mi hombro. No puedo negar que amo a mi hermana, no por ser mujer, sino por ser como es, por ser tan linda y preocupada por mi desde siempre.
    
    Mientras me abrazaba, sujete de nuevo su cintura y comencé a acariciar su espalda para corresponder a su abrazo. De pronto y para no variar, sentí su mano derecha acariciar mi short a la altura de mi pene. Conforme me tocaba, el pequeño dormido despertaba. Notaba su caricia ...
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